He esperado tanto,
que me he cansado de vida,
de vivirla, de sufrirla,
y pienso, cansado, perdida.
Que ya ha llegado el momento,
de dejar paso a otros,
que mi desventura acabe,
mi cuerpo bien lo sabe.
Me dice que león viejo,
muere solo y de hambre,
he vivido tanto,
que mil libros puedo hacer.
Pero no levanto mi pluma,
ni me importa mi historia,
ni quiero contar nada,
quiero que se vaya en mi memoria.
Conmigo en la mortaja,
que nadie merece compartir,
las aventuras extrañas,
que me han hecho existir.
Seres de mente estrecha,
en el miedo perdidos,
que siempre han querido
que desista de mis locuras, malavenidos.
Las únicas que en esta vida,
han merecido ser vividas,
mil veces llamado loco,
o irresponsable, no escondidas.
Porque he creado mi senda,
sin hacerle caso a nadie,
no sé jugar en equipo,
si me equivoco, lo pago a mi aire.
Pero he vivido tanto,
tanto mundo recorrido,
tanta gente he conocido,
que aquí estoy escondido.
Comerme quiere la vida,
y me da igual el desvío,
mi vida es mía,
la he vivido a mi ritmo.
Según mis propios criterios,
y ahora cansado, en la bruma,
me hago a un lado,
y tanta historia se irá con la espuma.
Malditos seres estúpidos,
manada de borregos vivos,
seguid balando para otros,
asustados, sin haber vivido.
Yo he vivido mi vida,
de frente al aire sin abrigo,
sin nadie que me pare,
ni el calor ni el viento frío.
Y ahora me río,
cuando me queda casi nada,
porque sé que lo que llevo vale,
más que todas vuestras jornadas.
Decidme adiós, pusilánimes,
despedidme tranquilos,
me voy de vosotros borregos,
lleno de historias, vivido.
¿Qué contaréis cuando
os toque la marcha?
Posiblemente nada,
el miedo os ha hecho la carga.
Adiós, borregos,
agachad la cabeza,
que el pasto se acaba,
poneos detrás del nuevo carnero, que os resguarde de la helada.