
He comido en platos lisos,
también en los llanos,
de rugosa superficie
o labrados con sus manos.
De arcilla y de barro,
otros someros cuencos,
pucheros bien calientes
y otros casi secos.
Copas hondas sin final,
otras redondas, altaneras,
algunas de colores vivos,
otras simples y austeras.
He lamido platos ricos,
otros duros de aguantar,
y aunque algunos con suspiros,
todos logré vaciar.
Mi apetito no perdona,
a ninguno ha de dejar,
aunque a veces ya sin ganas,
se me enfríen al final.