
El rumor de las olas, suave y brío,
y la poderío del mar, bravo y sombrío,
se enredan en tu cuerpo, en tu tejido,
y en los rizos de tu cabello encendido.
Amaneceres dorados en el mar sereno,
la belleza de tu cuerpo, en su descanso pleno,
sobre la arena callada, tranquila y ligera,
donde el viento en su gemir acaricia tu espera.
El viento se enreda en su gemir profundo,
rozando tu cuerpo, buscando en tu mundo,
en la ansia de peces dorados y brillantes,
en tu callado puerto, en sus sueños distantes.
Olas que sin cesar rompen en tu arena,
dispuestas a morir en tu cadera llena,
rumor de mar tranquilo, de amante caído,
en tus brazos y regazo, feliz y rendido.
En el calor de tu abrazo, encuentro mi paz,
la calma del mar y tu amor, que siempre me das.