
Día agónico de franca desolación,
los planetas crearon la maldición.
Así confluyeron, llevaron la estación,
a la crisis temida, a la oscura traición.
Infames dioses, malvados y perdidos,
héroes erguidos, en combate rendidos.
No pudisteis luchar contra tal inquina,
que a una pobre mujer en esquina destina.
En el cielo olvidado, la pena se ve,
cayendo una a una, como si fuera a la vez.
Sesenta pepinos caen, sin poder prever,
y sigue llorando, sin poderlo entender.
Sabe que, al poco, otro volverá a caer,
y en la esquina, su llanto no deja de crecer.