
Callados, sin referencia,
sin siquiera la conciencia,
sin la más remota ciencia
que nos muestre inteligencia.
Burdos seres animados,
perdidos, siempre olvidados,
por un dios que no ha hablado
desde que fuimos creados.
¿Qué buscamos en la tierra?
¿Un cielo que nos destierra,
o tal vez la vana idea
de que la bondad real sea?
No seáis tontos, humanos,
somos hienas, nos matamos,
el más fuerte, sin reparo,
destroza al débil con descaro.
Y los demás, como bobos,
observan callados a los lobos,
ni siquiera se horrorizan,
de los que los esclavizan.
Lamen botas, sobreviven,
sin preguntas, no perciben.
Ya no hay revolución,
ni alboroto en la nación.
Borregos en masa unidos,
sin luchar por sus latidos,
se quedan tranquilos en casa,
mientras el poder arrasa.
Dando gracias al destino
por su copa de buen vino,
joden, ríen, juegan un rato,
sin pensar en su maltrato.
Pobres tontos adormidos,
pobres rebaños perdidos,
no veis, torpes criaturas,
que los lobos en la espesura,
os han devorado ya,
y al borde estáis del final.
Vosotros vais sonrientes,
ofrendando a sus dientes,
a vuestros hijos, hermanos,
como corderos humanos.
Pobres aldeanos necios
de señores con desprecio,
no sé cómo describir
el asco que me hace hervir,
al ver tanto sometido
al poder tan corrompido.