
Amaría ser solidario,
en lugar de solitario,
confiar en las personas
y no verlas como son,
ser feliz, aunque ignorante
de la condición constante
que nos lleva en un instante
a un lugar sin sol ni amor.
Dejarme ir como un muñeco
en la feria del comediante,
creer en su boca errante,
y pensar que nada es hueco.
Me gustaría entender
para qué sirven tabernas,
donde hay riñas y cavernas
solo por el puro beber.
Preferiría ignorar
esa mirada tan fría,
donde solo se escondía
lo que me ibas a mostrar.
Que un amigo es enemigo
que no ha hallado la ocasión,
que la vida es decepción
y todo es juego y castigo.
Hipocresía en el aire,
nada en verdad vale nada,
lo más sólido es la espada,
y el vacío no se acaba.
Los que ves y que conoces,
son escarnios de la vida,
de ególatras sin salida,
que no quieren sino goces.
Vanidad, falta de seso,
robadores de dineros,
embaucadores viajeros,
sin sentido y sin regreso.
Carne y sangre sin sentido,
poyas y coños malditos,
que con sus actos finitos
tapan lo ya corrompido.
¡Qué pena de ser humano!
Vacía es su grandeza,
inmensa es la pobreza
que lo rige día a día.
Erigid grandes estatuas,
palacios y bibliotecas,
templos para egos huecos
que ya solo son fantasmas.
Malditos hijos del fango,
que nacisteis muertos,
y os vais todos al averno
riéndoos de lo sagrado.
Raza de perros cruzados
del mal con la peor bestia,
¡que se extinga esta peste!
Sea por virus o espadas,
que cese la vil jornada
de unos pocos en la fiesta
mientras abunda la nada.