
Hijos de la lujuria
Habitantes de los enormes sexos
De las matronas
Henchidas de semen viejo
De mil corridas.
Navegadores de viejas pieles
Comedores de rojas puntas
Narices que rozan el olor rojo
Bocas que pacen enormes penes
Que surcan la piel en frenético vaivén
Que esperan el golpe de blanca vida
Mientras aspiran y lamen
Toda su estructura
El monstruo se encabrita
Se clava en la vieja garganta
Y sigue la danza
Mientras la gorda bruja lo traga
Ansiosa, con sórdida gana
Y mueve con ansia
Hasta que vacío el placer
La carne adormece
Y ahora se tumba,
La boca, blanca de esperma
Y abre las piernas
A la lengua, larga y sabia
Que lamerá su cuerno de la abundancia
Goteara la humedad por la enorme herida
Hasta que de tanta lamida
En la punta del placer maldito
Se contraiga el cuerpo
Y la pequeña pipa
Se yerga como si tuviera vida
Espasmos de gozo
Saliva bajuna
La lengua se muerde la perra pachona
Se ha vaciado de dentro
Se ha llenado de fuera
Pero el hueco profundo
Le pide, le llora
Un trozo de carne
Como el que lamiera
A pocas horas
Y el sátiro comienza
De nuevo a cantar
Mientras la flauta
Entra en la oquedad
Y de nuevo la raja,
La pequeña pipa
En el cuerpo gordo y viejo
De la edad se olvidan,
La pipa crece
El hueco con fuerza se cierra
Pues quiere que deje
Dentro de la cueva
Todo lleno de esperma
Que gotee hasta llenar los suelos
Que humedezca la cueva
Mil veces de nuevo
Que seque los huevos
Que tiemple ese pene
Hasta dejarlo seco.