Memorias De Un País Moribundo

Hoy escribo, con extrañeza acerca de la hora, me acosté, como todos los días, con el miedo a no dormir, pero caí pronto, como si fuera bueno, que no lo es, pues aquí estoy, apenas dos horas después, con un cigarro encendido, mirando las volutas de humo, que en su destruir, derrama en la habitación, como si quisiera imbuirla en un cantico espiritual, en algo extrañamente asiático, y solo es humo de carraspera.

Los problemas, las preocupaciones, el futuro, el no saber sabiendo, que me trae a mal traer, que más que eso, me despierta, no me deja dormir…, lo de siempre, pero ahora acentuado, pues nada bueno sale de esos pregoneros de la mentira que son los aparatos por los que nos quieren mal, vociferan para que compremos las palabras maravillosas que despejarán las dudas, que nos darán tranquilidad… no lo creo, estoy preocupado, a pesar de todo lo que digan los voceros de los malolientes, de los locos, de los descerebrados, y como no, de los malvados.

No vivo bien, es difícil ahora con la que cae, que más caerá, ¿vivir bien?, la economía lenta, más que lenta, casi muerta, la política algo de lo que mejor no escuchar, la compañía humana algo cada vez más frio, cuando existe, y la ciudad más cerrada, si es posible… y con todo esto malo, que la salud tampoco acompaña, no quiero que cambie, que personas ávidas de poder, de no importarles nada que no sea lo que les interesen, me cambien este, mi pequeño, pero conocido infierno, por otro que de nuevo, de inquietudes, viene preñado, madrecita, madrecita, que me quede como estaba, que los saltos estando al borde de un precipicio, no son algo de ser inteligente, pero el malvado salta, llevándose con él, todo lo poco que nos quedaba, que no es mucho, pero es eso, lo que habíamos reservado, lo que nos importaba, y ahora, al albur, mirando a todos lados, la piel se descompone, el miedo, la soledad, el frio de los pobres viene a recoger gente por manadas, por montones, por… ¿qué más da?, solo somos… nada, desgraciados de aquellos que han permitido que las cosas sean así, no puedo perdonarlos, no sé, lo único que sé es que me dan pena, y no quisiera estar en su pellejo cuando se den cuenta, sin algún día cogen cerebro, de lo que han conseguido, de que algo que no estaba bien, su país, el mío, ahora se convierta en algo peor, algo que ellos han querido, que me han impuesto, y ya no tengo la rabia de años pasados, la de salir a luchar, ahora, solo tengo la certeza de que lo que viene nos sorprenderá, y no para bien.

Que dios perdone a los que nos han traído el infierno, yo, no puedo.