Me Habéis Devuelto Ese Trozo

Para mí es terapéutico escribir, me hace soltar ese monstruo que se llama melancolía, olvidar el conocimiento de saber que ya ha pasado lo mejor de tu vida, que te separas de lo que atesoras durante años y años, y por supuesto, entrar en un mundo más embriagador incluso, aunque parezca imposible, que la lectura.

              Y como soy persona, creo que educada, debo de contestar a tanta alma amable que me ha aconsejado, agradecido, o simplemente comentado.

              ¿Por qué no los doné a la biblioteca?, llámenme loco, pero quería que lo viera alguien como yo, que cuando joven, conocía cualquier sitio donde vendieran libros de segunda mano, mi economía no daba para más.

              Esa ilusión, el libro que esperas con ansia, está en esos momentos por el precio que puedes pagar, lo llevas entre las manos, e imaginas que al abrirlo te encontrarás en un mundo insólito y maravilloso, y muchas veces es así, y si lo amas, lo atesorarás, con el mismo amor que yo lo hacía.

              Esa sensación de estar como niño pequeño en pastelería, uno, y uno más, todos maravillosos, ¿cuál?, y vuelves a mirar el dinero que tienes, sonríes, no solo uno, más de dos, quizás tres, y los cargas como si fueran el tesoro más grande que exista en la tierra, y una vez en tu lugar de lectura, lo abres, aunque sean ajadas páginas el continente, y lees la palabra mágica, “CAPÍTULO I”, y ese mundo increíble, se abre ante ti, eres libre, nada más existe, te dejas llevar, y tu mente se pierde con la emoción del grial encontrado.

              Pero lo más importante, lo que diferencia en poder a cualquier otro sentimiento que me hayan producido los comentarios, ha sido el comprobar que no estoy enfermo, y si lo estoy, es una epidemia, más quizás, una pandemia, y bendita pandemia que hace que personas de todos los lugares de este mundo, amen el negro sobre blanco, como yo mismo.

              He recorrido todo el mundo, pero mis mejores viajes han sido con Marco Polo, con Alejandro, con Cesar, con cientos de personajes que pueblan el bosque de mis fantasías, tan reales casi como que las he vivido.

              Mi biblioteca se ha marchado, se fue con la ilusión de que su precio ayudara a los demás, ya no me queda letra impresa, salvo la de los bancos y sus requerimientos, y una sorpresa, mi esposa, por cariño, o por lo que sea, ha guardado mis libros, los que escribo, en los que intento plasmar, devolver, algo que haga disfrutar a los demás, como yo he disfrutado.

              Queridos locos, especie en extinción, grupo de tozudos en pensar por vosotros mismos, gracias, muchas gracias, por demostrarme que yo también estoy loco, tan loco como todos vosotros.