Las Prioridades De Córdoba

La controversia en el campo del cambio de la nomenclatura de nuestras calles, ha desatado ríos de tinta, unos a favor, la mayoría en contra.

              No quero unirme a uno u otro grupo, solo me pregunto una cosa ¿es ahora mismo el cambio de nombres de las calles algo prioritario, o solo el onanismo de nuestros políticos, empeñados en que veamos solo el capote y no al torero?

              ¿No existen problemas más importantes, mucho más que el del cambio de un nombre a otro?

              ¿Cuánto le va a costar a los comerciantes, a los autónomos de esas calles cambiar el nombre en unos negocios que de por si son más ruinosos cada día?

              Realmente sería para reírse si le pasara a otro, pero me sucede a mí, en mi casa, en mi ciudad, y la verdad, a mí me sienta como una patada en los cojones.

              La ley de la memoria histórica, el ser correcto políticamente, las mil y unas leyes, decretos, regulaciones que solo envuelven ánimos revanchistas, desidia de los políticos, o simplemente desviar la atención, me tienen cansado, tan cansado, que, si no estuviera considerado “apología del terrorismo”, iba a decir unas cuantas cosas, pero no quiero acabar en el trullo, cayendo de cuatro patas (sin necesidad de que se me resbale de las manos el jabón).

              ¡Qué país!, somos un chiste, nos mata el paro, le emigración, el comienzo del hambre física, la muerte en vida de nuestras ciudades, y nos preocupamos de que una calle, que posiblemente, de seguir así sea el de una ciudad fantasma, se llame de una forma u otra.

              Mi abuelo decía que el que comenten que la madre de alguien se venda por poco dinero a otros hombres, es una forma de decir hijo de puta con más palabras, pues eso. Farfulla tonterías, y ten a los borreguitos peleándose por el “Foro Romano”, o tamaña nimiedad, y por supuesto, démosles a nuestras calles nombres de acuerdo a la ideología imperante.

              Para ello propongo una serie de nombres, los cuales estarán más del gusto actual, veamos algunas de ellos.

-Calle de Joseph Stalin. Buena gente.

-Calle Trotski, que matara a cientos de miles de personas en progroms, no es cierto en absoluto, y si lo hizo, fue en aras de un bien mayor que se llevó con él a la tumba.

-Calle Puigdemont. Alabemos a aquel que defiende su patria por encima de todo, desde la comodidad de un exilio dorado, por cierto, el Sha de Persia, hacia lo mismo, como el Ayatola Jomeini.

-Avenida de Zapatero. Nada que objetar a un personaje que da brillo a nuestra nación.

-Calle del Rufián (Hombre vil y despreciable que vive del engaño y de la estafa). Nada que no sea alabar a uno de los mejores negociadores de su país.

-Calle del Guanaco. Simpático animal que ataca a escupitajos.

              Así podría seguir hasta el infinito, miles, millones de nombres, pero ¿es eso importante?, no, para mí lo importante, es que funcionen los servicios, las escuelas, los hospitales, lo que realmente necesito, lo demás…

              Y lo peor ahora vienen las elecciones, si algo funciona no lo toques, lo cual no es el caso, pero te puedo asegurar que salen los mismos que llevan décadas haciendo que Andalucía, se vaya muriendo poco a poco, pero ¿a quién votas?, ese es el problema, que hartazgo de políticos tengo, es que me los toco.

              Dicen que la democracia es el menos malo de los gobiernos, quizás sea cierto, pero aquí va como el culo, ¿culpa de los votantes?, ¿de los votados?, qué más da, el caso es que somos, los del sur, un país de emigrantes, de pobres que recoge más pobres, para ser más pobres aún.

              ¡Que locura!, que, sin sentido, que peste de políticos corruptos, de ególatras con infundios de dictadores, sin conocimiento ni inteligencia para serlo. Parad España, que me bajo, porque esto tiene menos futuro que los casetes a pilas, que pena, que despilfarro, que pandilla de cabestros, los que votan y los votados, que lastima de tierra, que pena de gente, que, como las vacas, no sienten nada cuando llevan a las demás al matadero, tan imbéciles, que ignoran que las siguientes serán ellas.

              Como decía mi abuelo, esto no lo arregla ni Moyano el latonero.