La noche, la muerte, la negrura de la soledad, cuando todo parece que tiene fin, que no lo tiene. Ventanas negras, de farolas muertas, tristes sombras, irreconocibles de las mañanas.
Y el frio, en los viejos, cansados huesos, y el hálito de la huesuda, de continuo tras de la oreja, y la vida que se desprecia, y el cansancio que se refleja, en la cara triste, la cara muerta.
Vientos solos de soledad, ululan por lo recovecos, y la soledad te abraza, te lleva dentro, de tu corazón muerto, muerto por morir en vida, muerto que quiere muerto.
Cuerpo cansado, pensamientos negros, todo a un lento centímetro del viaje eterno, cordón umbilical del sufrimiento, el salto, la muerte, el tránsito, quizás el descanso.
Toda una vida de sufrimiento, de esperanzas muertas, de dolor, de embotamiento, todo perdido en el trasiego, el descanso espero, roto, lo que me une, muerto.
Olvidar como en un sueño, que el dolor sufrido, fue un encantamiento, que el desencanto una mentira tierna, que la traición, un mal acuerdo, después… qué más da ya, estarás muerto.
Si no hay nada que se oculte tras del cielo, espero que no recuerde nada porque no existo, sombra efímera de la evolución del pensamiento, ¿somos más que los animales?, no lo creo, sufren, aman y mueren como nosotros, y ¿Qué queda de su recuerdo?
Eso espero, eso ansío, eso temo, perderme en un éter vacío y yermo, ¿temo he dicho?, no, solo es anhelo, de no saber nunca más que existo quiero, mota de polvo llevada al viento, que solo desaparezco, perdido cualquier sentimiento.
No existir, morir en el sueño, quizás no ser, quizás no puedo, quizás ni imaginarlo quiero, porque la pregunta me llena de miedo, si no existe nada ¿para qué tanto sufrimiento?
Somos animales que evolucionan solo porque es cadena de la vida misma, es triste solo el proponerlo, pero lo siento, ¿quiénes somos?, ¿qué aura nos llena de grandeza que no la veo?, solo animales contemplo, que, en el último latido, todo ya muerto, desaparecen, nada más, solo eso.