La “Chulería” del Vizconde de Miranda

En aquellos tiempos había en Córdoba (sobre 1.830), una gran afición á esta clase de espectáculos: los jóvenes de la aristocracia eran los primeros en sostenerla, teniendo al frente al Vizconde de Miranda, que solía matar en las corridas el toro que tenía a bien elegir: su protección á los toreros le grangeó un gran ascendiente entre ellos, y este llegó hasta el punto de poderlo considerar como el jefe de la gente del oficio; como prueba de ello citaremos un caso que refiere el expresado señor Guzmán. El ya citado torero Bernardo Rodríguez, en un momento de ofuscación por disensiones domésticas, había intentado suicidarse, y aun cuando se evitó esta desgracia, encontrábase sumariado y por consiguiente privado de tomar parte en las funciones: en una de ellas se encontraba en el tendido, y visto por el público, empezó éste á pedir que pusiera banderillas: no accedió la autoridad; subió el Vizconde á pedirlo, y con buenos modos le contestó que no podía ser; pero él, indignado, bajó y echándose de pechos delante de la puerta del chiquero, impedía abrirla, dando lugar á que el pueblo se alborotase mas, promoviéndose un verdadero escándalo: el presidente mandó á decir con uno de sus alguaciles que dejase el paso franco; á lo que, montando en cólera, le dijo, que no quería y que tuviese entendido que un Vizconde de Miranda no se improvisaba, pero que un Corregidor se hacía de un troncho de col: á esto efectivamente debía asemejarse el presidente cuando, lejos de hacerse obedecer, hizo lo que aquel quiso, calmándose así el tumulto.