La Anciana y Malvada Rosalía

Lo que pasamos a contar, tuvo lugar en 1867, fue una sangrienta escena que llenó de espanto a cuantos la supieron. En una vieja casa moraba una anciana conocida por D.ª Rosalía, que en su juventud había sido cantinera y contaba una larga historia que nada tenía de edificante: entonces se dedicaba á recibir huéspedes y dar comidas á bajos precios, por lo que solo acudían trabajadores y demás gente de poco dinero, á quienes servían aquella, dos criadas y una niña de diez á once años. Una noche paraban allí, un hombre que se acostó temprano y presenció lo que ocurrió, pero que muy de mañana tomó el tren sin averiguarse su nombre, dos estranjeros y un asturiano, de oficio cantero, que había reunido unos mil reales como ahorros de su trabajo: los dos segundos le pidieron parte de ellos prestado, y no queriéndoselos dar, se fué á acostar, sin imaginarse siquiera que aquellos intentaran robarlo, como lo hicieron, dándole una gran cuchillada en el cuello al ver que despertando empezó á luchar con ellos; al ruido subió D.ª Rosalía y las criadas, diciendo que habían comprometido la casa; entonces las encargaron de fregar bien la sala, mientras ellos se llevaban el cadáver, como en efecto lo hicieron, cargando con él y llevándole en dirección al rio; mas pasada la puerta de la Trinidad, tal vez porque se acercaba el dia ó porque temieran ser vistos, se apartaron a un lado, y acabando de cortarle la cabeza se la llevaron, enterrándola en una haza del pago de la Salud, dejando así el cuerpo casi desnudo. Apenas amanecía, la gente vio el cadáver, cundiendo en seguida la noticia; acudieron las autoridades, sus dependientes y multitud de curiosos, sin que se diesen cuenta de quién fuera la víctima y el modo y forma de tan horrible asesinato; por sus manos encallesidas, surgió la idea de que pudiera ser un cantero, y con este dato se empezaron á hacer averiguaciones sin resultado; lo mas urgente era buscar la cabeza para identificar la persona, y nada se conseguía apesar de hacer escavaciones y hasta de registrar varios pozos, uno de ellos el de la huerta de la Fuensantilla: así pasaron algunos dias, hasta que el Inspector de Orden público D. José Anguita, supo que había desaparecido un cantero que se hospedaba en la casa de D.ª Rosalía, y penetrando en ella hizo un reconocimiento sin resultado; no se convenció, é hizo el segundo, advirtiendo una gota de sangre en la pared; entonces prendió á aquella con sus dos criadas y la chica, que al verse incomunicada en la cárcel declaró la sangrienta escena referida á nuestros lectores: presos ambos asesinos, permanecieron inconfesos, lo mismo que D.ª Rosalía, que murió en la cárcel, y una de las criadas, no habiendo mas prueba que la otra y la chica, por lo que el Juzgado de la izquierda los sentenció á cadena perpetua, que aun estarán, sufriendo.