Manifiesto de un Pobrecito Español (Mientras aún lo Sea)

Sírvanse de mi experiencia, que más conoce el diablo por viejo que por diablo. Por ello, me atrevo a enumerar una serie de recomendaciones, que lejos de cualquier estricta moralidad, son solo afirmaciones de alguien, que cree, en su ignorancia, conocer las consecuencias de no seguirlas.

Número Uno. – Procura morirte antes de la edad de jubilación, no pretendas vivir de cualquier modo, por el simple hecho de seguir respirando. Créeme, cuando te la den, solo languidecerás, comido por las enfermedades y las miserias de un sueldo, que cada vez da para menos, pues hasta tu número de la seguridad social es un chiste.

Numero Dos.- Si has de morirte, que sea de una enfermedad repentina, pues el simple hecho, de tener que depender del sistema sanitario, en el que llaman estado del bienestar, (bonito sarcasmo), te hará padecer físicamente, pero lo que es peor, su desatención, falta de moralidad y desprecio, te hará saber lo que eres, solo un estorbo que consume dinero que puede servir para que ellos puedan aumentar sus salarios y dispendios, esto te llevará a una severa depresión, en la que desearas la muerte, cosa que no permitirán, pues un funcionario o asimilado se traga cualquier cosa, menos la responsabilidad.

Número Tres.- Pídele a cualquier ser que creas que trasciende, que no causes baja por enfermedad común, no me vale que sea del desgaste continuado por doblar el lomo, del cáncer por trabajar por productos químicos, de estrés continuado, de cualquier situación que no esté taxativamente definida en lo que ellos llaman supuestos incluidos, si a pesar de ello, te incluyen, te trataran como si fueras basura, un simple simulador, que lo único que quiere, es robarles el dinero a aquellos, que lo necesitan continuamente para mantener su alto nivel de vida.

Número Cuatro.-Por supuesto, nunca se te ocurra caer en la trampa de los autónomos, la esquina de la porqueriza en la que te colocarán, donde te pedirán, con mano de hierro, cantidades desorbitadas, por el simple hecho de querer crear riqueza, solo trabajarás como un animal del campo con un amo desalmado, para verte destrozado y sin nada que llevarte a la boca, viendo como tu familia languidece, pues es bien sabido que el autónomo no se jubila, arde en el candelero hasta que se apaga su llama, pues le han robado todo el aceite, y ya nada tiene que ofrecer, eso con suerte.

Número Cinco. Enfermedad profesional, cáete de un andamio, revienta con un coche, pero pídele a Dios que no te repongas nunca, pues después del tiempo que graciosamente te den, que siempre es el mínimo, volverás a un mercado laboral, más viejo, con los contactos perdidos, y por supuesto sin el trabajo por el cual te dejaste medio cuerpo. Eso sí, te queda el paro, el bálsamo de todos los problemas… supongo.

Número Seis. – Prepara la boca con elixir bucal si en cualquier momento pretendes discutir o poner en duda la sagrada palabra de la administración, cualquier sátrapa subido, con ínfulas de corregidor inquisitorio, propondrá tal sarta de fundamentos, liados unos con otros como el sarmiento, por la cual, tú, neófito en ese erial, contratarás a un abogado, que pleiteará, si es bueno, o no, pero que siempre te va a costar dinero, o quizás, no tengas dinero, pues te los has comido en el período en el que te han dejado desamparado, entonces, date por muerto. Conocedores de las necesidades humanas, dilatarán los períodos, hasta que desistas, o simplemente te cuelgues de una viga, situación que por supuesto, ellos, ángeles administrativos, no pueden ser responsables de ninguna de las maneras.

Número Siete. – Cuando las leyes no son justas, nuestro deber es desobedecerlas, así de claro, así de nítido se propone en cualquier caso de justicia y equidad, salvo que te halles en una dictadura, que posiblemente sea el caso.

Por ello, ¿para qué leche pagas impuestos?, ¿para el mantenimiento de un estado que los dispendia como si no le costara trabajo conseguirlos?, ¿qué control tienes sobre tu dinero que se guardan celosamente, y por supuesto escabullen como taimados tahúres?

¿Qué yo pague todo, para que ellos se enriquezcan sin dar un palo al agua, o lo tiren en estupideces?, me niego, con el derecho que me da, el rebelarme contra aquel que debe de administrar lo que se le confía y lo usa en beneficio propio.

Pues seamos serios, el que usa dinero que no es suyo, en propio beneficio, es un ladrón, y el que lo dispendia, debe de responder por el valor de lo perdido, así de claro, lo demás mentira, malditos sean.

Número Ocho. – ¿Qué principio moral se arroga a la administración, más concretamente al Ministerio de Hacienda a procesar o perseguir, en todo caso, a los que hacen lo mismo que ellos?, los llamados defraudadores, de ladrón a ladrón, ¿quién persigue a quién?, el estigma es del defraudador, pues haciendo los dos lo mismo, solo se castiga a este último.

Lo que, si es cierto, es que el defraudador tiene una ventaja, sabe exactamente dónde va el dinero que ha defraudado, que además lo ha ganado él, y que no cree que se deba de utilizar para beneficio de terceros de la forma más opaca y descarada; pues si fuera bien utilizado, sería de justicia aplicar con el máximo rigor las condenas, que no una ley manipulada, antigua y opaca.

Número Nueve. – Sin darnos cuenta, obligados ciertamente, hemos firmado un contrato social, por el que nos hemos comprometido a pagar parte de nuestros ingresos para el bien común, y otra parte para que nos la guarden, administren y cuiden, con la promesa de que, en caso de necesidad, o por que estemos mayores, seamos protegidos.

Ni bien común, ni realidad social, ni tan siquiera la verdad de que no funciona, de que todo está en manos de gente sin escrúpulos, que aquel que los tiene, es la excepción que confirma la regla.

Número Diez. – Que nunca te digan que hemos avanzado enormemente en todos los aspectos, cuanto más complicado es engañar, más aprende el mentiroso, y esta regla se cumple, maximizada en la administración. El control de ella es una risa, órganos independientes, un mito, verdad, una quimera, trampa tras trampa para engañar a los atocinados ciudadanos de España, que como borregos lo único que pensamos es “Madrecita, madrecita, que me quede como estaba”, y así nos luce el pelo.

Podría estar escribiendo miles de puntos, pero me cansa el saber que nada cambiará, pues soy español, y conozco a mi gente, pero solo me queda aportar algo.

En mi casa, cuando algo que considero importante falla, lo intento arreglar una y mil veces, hasta que cansado de esperar lo que sé que no va a pasar, me obliga a sustituirlo, y por ser necesario, de la forma que sea, incluyendo la destrucción más absoluta, para cambiar lo que me ha impedido hacer uso de algo necesario y que solo se ha convertido en una sacadera de dinero, olvidada ya su primitiva función.

La Administración, por lo menos la nuestra, es como un vehículo que gasta mas de cien litros a los cien kilómetros y que cada cien metros necesita reparaciones, arreglos y composturas, ¿merece la pena estar montados en él solo porque tienes miedo a ir andando, cuando sabes que te está costando mil veces lo que vale?

Tú mismo.

Verumtamen cum unum et sibi ipsi monstrum creatum devorandum erit Leviathan novissima inciperet.

(Y cuando los hombres unidos solo miren por sí mismos, el monstruo que han creado, los devorará, será el Leviathan, y comenzará el fin de los tiempos.)

Pedro Casiano González Cuevas 2.019.