
Déjame mujer libar
De tu roja copa,
De saborear tu humedad
De acariciar el tesoro
De la felicidad.
Déjame atesorar dentro de mi
el zumo de tu amor
y subir mi boca,
paladear con mi lengua tu monte
de hierba recién cortada
tu ombligo, trampa de mi recorrido
y llegar a tu pecho
y coronar en saliva sus altas cumbres,
holgazanear en tu cuello
y dejar en tu boca, con mi lengua,
tu propio sabor, y sentir, como tus dientes
se cierran sobre ella,
como si quisieran atraparla para siempre,
y mi cuerpo, llama a la puerta del tuyo
abierto, tan abierto, que la humedad
moja todo su derredor,
y empujo abriendo sin dolor
lo que parecía imposible que cupiera,
pero no puedo evitarlo
como si fuera fiera, aprieta,
dentro de tus entrañas,
como si atravesarte quisiera,
y cierras los ojos a mi envite,
y a mí el cuello se me cierra
de deseo, y aprieto,
A punto de reventar te veo,
con las venas hinchadas,
tu cuello casi estalla
y tus uñas me atraviesan,
La cara prieta y los ojos cerrados,
Y como si fuera un yunque de placer
Tu cuerpo aprieta, con tanta fuerza,
Con tanta rapidez y tesón,
Que quiere decirme, que llegó
Que ya llegó.
Y me dejo llevar por tu locura
Me derramo en ti, copa divina
Mientras oigo tu boca respirar con dificultad
E intentas ocultar el jadeo
Y separar tus manos,
Las uñas que me han arañado,
Sonrío y te beso,
Los labios hinchados,
Los ojos cerrados, y una sonrisa,
Un movimiento, que me susurra,
Me canta, en mi carne en ti enfundada,
Que tu sexo, de nuevo,
Listo está para que te ame.