Mi historia de Córdoba, escrita por un Cordobés. Segunda parte.

Segunda parte, crecimiento de la ciudad, la época Imperial, las invasiones Bárbaras.

Vamos, pedazo de Córduba que nos han puesto, ya se sabe, el Imperio es el Imperio, y como siempre se asientan ciudadanos de la capital (Roma), aquí en nuestra Córdoba, y al final, como siempre, adquieren las formas con las que nos esculpe la ciudad, y dan personajes célebres, como hemos dicho en la primera parte, pero que a la vez, llevan la impronta de nuestros lares, el más representativo es Séneca, que como los mochuelos disecados de los bares, no se mueve, calla, pero lo observa todo, y cuando habla sube el pan.

Que le vamos a hacer, desaparecen los hombres, cambian los imperios, las generaciones se suceden, pero a todas, esta Córdoba, Kor Ubar, Corduba, los impregna de ese extraño carácter que tenemos, que le vamos a hacer, como decía mi abuelo “ráetelo si puedes”, yo no he podido, he estado muchísimo tiempo fuera, hablando lenguas extrañas, en sitios lejanos, pero el canto de sirena de mi lejana Córdoba me ha llamado sin oírla, pero sintiéndola, y aquí, de vuelta de todo, estoy, en mi lejana y sola ciudad.

Y no eran españoles, ni castellanos, eran cordobeses romanos, pero cordobeses, siempre, de adopción, de trato, porque el cordobés no nace, se hace, lo mamas y cuando te quieres dar cuenta, se te escapa un “por mis cojones” (o un balls meam, en vulgo latín), sin darte cuenta, en ese momento, seas de donde seas, que sepas que ya no se te va, ya eres cordobés, hasta que te mueras, y lo peor, rajarás de ella pestes, pero cualquiera dice algo malo de ella, es como una enfermedad, incluso se la transmitirás a tus hijos, a cualquiera que tengas alrededor, así es, que le vamos a hacer.

Y Córduba coge forma, la que a pesar de los siglos aún mantiene, los viejos legionarios, supervivientes de mil batallas, se asientan en nuestra ciudad, se les ceden tierras, y se vuelven al cabo más cordubeses que nadie, se crea el lienzo norte protegido por murallas, que nunca se sabe, por Colón, Ronda de los Tejares, hasta el Paseo de la Victoria.

El lienzo oriental transcurría, con sus murallas, desde la puerta del Rincón hasta la calle Alfaros y la calle San Fernando, que los romanos eran gente muy organizada, y cada uno en su sitio. Como ahora, los pijos en el centro, cerca de los Palacios, del Foro, en las calles Cruz Conde, Góngora y Ramírez de Arellano, las cosas que hemos dicho que no cambian, ya lo veis.

A Córduba la cruzaban dos vías, la norte-sur, el Cardo, de Osario a la Plaza de Santa Ana, terminando en la puerta de las Estatuas y el decúmano, la puerta de Gallegos (Porta Gemina) y la puerta de Hierro (Porta Sinistra, situada en la plaza del Salvador) pasando por las calles Concepción, Gondomar y Claudio Marcelo o Alfonso XIII.

Es la época de nuestros mártires, de aquellos que defendieron su fe, que murieron por ella, que aquí por falta de cojones nunca ha sido, que hasta las mujeres los tienen, y en cuestión de fe, más, muchos más. San Acisclo, su hermana Santa Victoria, San Zoilo bajo Diocleciano, y así hasta la multitud de mártires de nuestra ciudad, demasiado extensa como para ocupar solo un trozo aquí, siendo una buena historia, pero será en otro escrito.

A finales del siglo III y principios del IV se cree que se construye el palacio imperial de Maximiano Hercúleo junto a la actual estación ferroviaria, de la que quedan los restos que ha querido dejar la actuación de la estación, pocos por cierto, una pena, pero es lo que hay, calladitos y andando.

El cristianismo jugó un papel muy importante en la ciudad a partir del siglo III, siendo obispo de esta ciudad Osio, quien presidió el primer Concilio de Nicea y fue consejero del emperador Constantino I el Grande, y siendo muy numerosos los enterramientos cristianos con sarcófagos en el siglo IV, importados de la propia Roma, lo que lleva a pensar que existía una sólida aristocracia cristianizada en Córdoba, que explicaría el rechazo de la ciudad al arrianismo de los visigodos en siglos posteriores.

Fue en esta época cuando Córdoba llego a tener más edificios dedicados al disfrute del pueblo, que la misma Roma, que ambientazo tenía que tener, porque se cree que en aquellos tiempos tenía más de 250.000 habitantes. Ya teníamos tres acueductos, por agua nunca ha sido, a pesar de lo que se cree fuera, cuando a Córdoba se le seca la boca, Sevilla se muere de sed.

Como siempre, ya que tenemos algo en condiciones, viene alguien y lo jode, el imperio se tambalea, y en los extremos, el movimiento se nota más, y con todo ello, nos vienen los bárbaros, gente sin cultura, sin educación, ¡que bastos!, pero dan las leches como panes y en el 411, después de aguantar más que un pez en una cubeta, nos invaden, primero nos saquean, por enésima vez la dejan hecha un solar, más centímetros de ruinas que hacen que Córduba crezca, pero no de la forma que tenía que hacerlo.

El solar de lo que fue una gran ciudad es ocupada por los Vándalos, a nosotros nos tocan los Vándalos Silingos, que son tan burros como cualquiera de los bárbaros, quieren ser romanos, pero lo destruyen casi todo, Córduba es una sombra de lo que era, sigue siendo una gran ciudad que se intenta regir por las leyes romanas, pero a pesar de todo es una ciudad saqueada y ocupada. El imperio se fue, desapareció, como si nunca hubiera existido, imagino el miedo de esos cordobeses abandonados a su suerte, sometidos por animales del Norte, como ahora con los alemanes, sin trabajo, sin futuro, viendo como la ciudad desaparece poco a poco, ¿Dónde he visto yo eso?

Y Córdoba, como Sevilla, se conforman como ciudades independientes, el imperio de Occidente ha desaparecido ¿Qué otra cosa podían hacer?, es época de desdichas de inseguridad, sin futuro, al final todos los bárbaros son visigodos, y nuestros ancestros, que remedio, también visigodos.

Comienza la época visigótica, reyes de nombres extraños señorean nuestras ciudades, Agila, rey de los visigodos, profana la tumba de San Acisclo, y por ahí no hay cordobés que pase, y nos mosqueamos, Córduba se rebela contra Agila, y que agile, que si no….

(Según parece convirtió lo que ahora es la Iglesia de los Santos Mártires, otrora el lugar de culto de San Acisclo, en una cuadra)

En el primer combate, el rey perdió la batalla, un hijo, el grueso del ejército y el tesoro real, debiendo retirarse apresuradamente hacia Mérida, capital de la provincia de Lusitania.

A los santos no los toca nadie, y con la victoria, le salen enanos de todos lados a Agila que se le rebela media Iberia contra su dominio, es el principio de su fin.

Atanagildo el rebelde de Sevilla, continua luchando con Agila, que al final le casca, se refugia en Córduba, pide ayuda a los bizantinos (el imperio romano de Oriente), y así hasta la muerte, asesinado, de Agila.

Y como siempre, otros quieren formar una parte de su imperio con nosotros, el tal Atanagildo, con los bizantinos, intenta crear una Spania, parte del Imperio Romano de Oriente, Atanagildo intenta conquistar Córduba, pero va a ser que no, quedan pocos, pero cansados de imperios, y le dan, Atanagildo se funde en la bruma del olvido, junto con su provincia Spania.

El rey Leovigildo, que aprovecha que los bizantinos están ocupados luchando con los persas nos conquista en el año 572, Debido a este hecho, el prestigio de Leovigildo subió tanto que por primera vez un rey visigodo se atrevió a usar los símbolos de la realeza: cetro, corona y manto, acuñando moneda en su propio nombre. Pese a ello la ciudad volvió al poco tiempo a formar parte del imperio bizantino. Mira que hemos tenido amos, ¿Qué tiene Córdoba que todo el mundo la quiere conquistar?, seguro que ninguno lo intentó en Agosto, en ese caso, pasan de largo, seguro.

Además los Visigodos eran arrianos, el arrianismo es una creencia cristiana no trinitaria. Afirma que Jesucristo fue creado por Dios Padre y está subordinado a él. Las enseñanzas arrianas fueron atribuidas a Arrio (c. 250-335 d. C.), un presbítero de Alejandría, Egipto, y se oponen a las llamadas ortodoxas acerca de la naturaleza divina. La cristología arriana sostiene que el Hijo de Dios no existió siempre, sino que fue creado por Dios Padre.

Por supuesto, nadie quiere en Córdoba a los arrianos, por muy reyes que sean, y se someten pero mantienen el ojo mirando hacia arriba a pesar de agachar la cabeza, cuando Hermenegildo, hijo de Leovigildo y conde de la Bética se convierte al catolicismo y se rebela contra su padre, Córduba está allí la primera, para variar, y a por el arriano de Leovigildo, pero el pobre Hermenegildo, San Hermenegildo el patrono de los conversos, es derrotado en Híspalis y se refugia en Córduba, que es tomada por su padre, que lo exilia a Valencia, no pudo ser… de momento.

A mediados del siglo VI se construyeron monumentos como una iglesia situada en el emplazamiento del actual convento de Santa Clara (de fuerte influencia bizantina, con la planta de cruz inscrita, siguiendo los modelos de Ravena y Constantinopla), la iglesia de los tres santos (San Fausto, San Genaro y San Marcial), situada bajo la actual iglesia de San Pedro, la iglesia martirial de San Acisclo (construida en el complejo palatino de Maximiano Hercúleo) y la basílica de San Vicente Mártir.

Merece la pena hablar de esta Basílica, la Basílica de San Vicente Mártir fue un templo cristiano edificado a mediados del siglo VI en el lugar que ocupa la actual Mezquita-Catedral de Córdoba (ya nos ocuparemos de eso). Fue consagrada a San Vicente Mártir. Por su situación en la ciudad, fue adquiriendo importancia y acabó convirtiéndose en el principal templo de la ciudad y en la sede episcopal.

La ciudad, por motivos religiosos (por la fuerte implantación del catolicismo frente al arrianismo) y por afinidad al imperio romano, tardó en aceptar el poder visigodo, lo que demostró mediante numerosas revueltas. Esto provocó una disminución de su influencia en el reino visigótico, frente a otras ciudades como Híspalis.

Y aquí estamos, católicos hasta la médula, rodeados de Arrianos, dominados por los mismos, y cabezones como siempre seguimos, erre que te erre, así nos va siempre, pero cambia el burro que no el tajo, y lo peor, lo que se nos viene encima, casi nada, los árabes, los del turbante, que el Señor nos pille confesados, que vienen a quedarse, pero eso será en el tercero.