Hablando de Córdoba un Poco más. Me vais a dar Hostias como Panes, lo sé.

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El otro día publique un post en el que defendía a Córdoba, en contestación a la ofensiva opinión de un individuo sobre nuestra ciudad, pues bien, ha tenido una respuesta magnifica, cosa que realmente no esperaba, pues yo suelo escribir para mí mismo.

Pero claro, yo no dejo pensar, lo que algunas veces cansa, y buscando en el fondo del cofre, encontré que descansaba una pregunta ¿Cómo es posible que reaccionen con tanta fuerza los cordobeses por una defensa, que a fin de cuentas, yo doy por supuesta?

Y descubrí algo que me lleno de pena, ¿que una mínima respuesta de alguien desconocido como yo, desate tal cúmulo de sentimientos?, algo pasa, y creo que hallé la respuesta, y es amigos míos, que casi nadie, nadie, la defiende, y sentí pena, mucha pena, porque yo en mi ignorancia, he llevado toda mi vida a honra, a orgullo, por todo el mundo la enseña de mi ciudad, y he dado por supuesto que cualquiera haría lo mismo.

Pero no es así, los que contestaron, una gran cantidad de personas, lo más extraño, muchos no eran cordobeses, lo hicieron como si algo visceral les saliera por los dedos al tocar las teclas, el grito de una ciudad que amas y que te la están matando.

¿A dónde lleva lo que intento decir?, mil respuestas hay para tal pregunta, y ninguna que sea agradable de relatar aquí, pues nos recordaría, lo que tendríamos que hacer, y ahora, no estamos haciendo.

Sé que con lo que voy a escribir ahora me va a doler la cabeza y me van a dar hostias como panes, pero sea porque estoy loco, o cualquier otra razón, lo voy a decir alto y claro, después que el infierno se deje caer sobre este pobre iluso.

Cuando voy a votar, se me ponen los pelos como escarpias, pues sé que vote a quien vote, me equivoco, sea de derechas o de izquierdas, sé que poco va a hacer por Córdoba, si es en las nacionales, ni de coña, que es en las locales, olvídate.

¿Porque digo esto?, muy sencillo, a mí me preocupa lo que pasa en mi país, en Europa e incluso fuera de ella, pero más que importarme, me duele, lo que pasa en mi ciudad.

Hasta ahora, que yo con mi escaso conocimiento sepa, todo el que ha gobernado esta ciudad, la ha utilizado como trampolín a mejores puestos, como fuente de ingresos propios, como rebaño de ovejas para conseguir votos, lugar para enchufar paniaguados, etc, etc, etc.

Solo falta una condición, que es para la que en teoría iba mi voto, “Córdoba primero”, y esa se perdió, o quizás no ha existido nunca. Yo siempre he pensado que la grandeza comienza haciendo grande lo tuyo, que lo demás viene sin que te des cuenta, pero aquí, por Dios que pena, que nadie se acuerda de Córdoba para otra cosa que no sea llevarse algo y dejarla un poco más desnuda.

Me da igual la derecha, la izquierda, sean extremas o edulcoradas, para mí, son solo eso, grupos de animales políticos, que entrenados para la explotación, el contubernio y la grandeza personal, olvidan todo para lograr más poder, sin importar como, para que sus ideas, que no son para lo que los voté, se cumplan, a despecho de la realidad, y Córdoba, mi Córdoba, ve llorando como la esquilman, la olvidan, y en todo caso, como a los perros del rey, le echan un hueso falto de carne, y duro como un cuerno.

Siento decir lo que viene a continuación, pero lo pienso, todo lo de las organizaciones internacionales de ayuda, me gusta, lo veo maravilloso, gente comprometida con ideales globales, pero yo, que debo de ser un animal extraño, quizás egoísta, quizás malvado, pienso que ni un euro sale de mi bolsillo mientras un convecino, un cordobés pase hambre.

No hablo de los vagos ni de los maleantes, hablo de aquellos que por razones prolijas de comentar, no tienen trabajo, viven olvidados de todos y son invisibles para los que tenemos mejor suerte. Porque no hay mayor tristeza que morirse de hambre y ser humilde, que si a mí me pasara, te aseguro que se enteran, ¿pero desahucios de honrados cordobeses, que no de sinvergüenzas?, barrios olvidados, remendados en tiempo de elecciones, y lo más triste, los niños cordobeses, olvidados sus referentes, con una educación, llamémosela sin alicientes, cuando aquí el más tonto hace un reloj de palo y anda, ¿Qué futuro nos espera en la aldea global?, quizás la del tonto del pueblo, pues tal como va, no creo que podamos aspirar a mucho más.

¿O quizás creemos que el partido de turno se va a partir los cuernos por Córdoba?, sería el primero, y me gustaría verlo, pero que yo sepa no ha existido nunca, ni creo que lo vea, y con pesimismo pienso que ni mis nietos lo conocerán tampoco.

Pero lo más triste es que no nos damos cuenta de que el poder está en nuestras manos, si, en nuestras manos, el voto es la herramienta más poderosa que tenemos, pero nos echamos a pelear entre nosotros vestidos de los colores de partidos poderosos con intereses que a la postre se olvidan de que los votó una señora de Cañero.

Porque solo es necesario darse una vuelta por los comedores sociales, por las colas de entrega de alimentos, olvidándonos de que no es agradable y separando a aquellos que se aprovechan de los mismos, que ni son cordobeses, ni españoles, y lo que es peor, muchos no lo necesitan.

Es egoísta, por supuesto, perdónenme, pero para mí un cordobés es más importante que los que no lo son, será que soy un bicho raro, pero lo que pasa en Siria me sabe mal, pero lo que pasa a mi gente, me duele, soy así, especialmente egoísta y malo.

Porque, y perdónenme, cuando me hablan de solidaridad con los refugiados, con los que huyen de sus países, normalmente por mejorar, y yo haría lo mismo posiblemente, solo tengo que darme una vuelta por los humildes barrios de gente trabajadora sin trabajo, acordarme de las familias que mantienen la mísera pensión de los abuelos, de los contratos basura, del dilapidar de los que más tienen, y la angustia de los cordobeses padres de familia que no llegan a dar bien de comer a sus hijos, y pienso, ¿ayudarlos no es también solidaridad?

Porque cuando oigo hablar a los pseudocristianos, a los pseudomodernos, a los pseudosolidarios, de que donan a tal ONG, de rimbombante nombre, a los refugiados de moda, pienso que lo primero que tenían que hacer es llevarlo en secreto, y lo segundo una pregunta, ¿no es moderno ni queda bien ayudar a los de un barrio de Córdoba, tu puñetera ciudad, payaso?

Pero yo no hablo de limosnas ni de subsidios, que para eso también hay que tener padrino, y afloja el carácter, hablo de que lo que genere Córdoba se quede aquí, de que seamos capaces de que el valor añadido de la comercialización sea Cordobesa, de que nuestras grandes fortunas, que las hay, arriesguen por su ciudad, y de que los de a pie, seamos también más trabajadores, más serios, y más consecuentes, de que las autoridades locales regulen pero no asfixien, que nadie regala nada, pero por lo menos que nos den la oportunidad.

Y de que Córdoba luzca realmente como lo que fue, una bella y magnífica perla y que su brillo ilumine el sur de Europa.

(Si queréis continuará, sino lo eliminaré, y se acabó, pues no quiero que nadie se ofenda con lo que escribo, que lo escrito es porque Córdoba me duele, de lo acertado o no, lo siento, es lo que pienso)