Sobre el Emirato Cordobés, el Califato Cordobés y el Imperio Cordobés

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Yo en mis cortas entendederas, veo cosas que no me cuadran, y una de ellas, es la denominación que otros imponen sobre la calificación de un período que fue el de máximo esplendor de esta nuestra Córdoba.

Me refiero exactamente a la denominación de las tres calificaciones que están como nombre de este artículo.

Me explico, que me pierdo. Posiblemente existan en textos de aquellas épocas, nomenclaturas acerca de cómo era denominado lo que fue nuestro imperio, pero en todas las traducidas al castellano en ninguna he visto referencia a un imperio Cordobés.

Soy corto de entendederas, por eso me gusta que me expliquen las cosas claras, y cuando me las explican y no las entiendo porque no tienen lógica, me pongo a usar la mía, que es de andar por casa, pero de buena calidad, aunque parca.

Imaginemos que estamos en la época del Emirato, del Califato Cordobés, no vayamos más lejos, ya entraremos en eso. Pues bien, vamos a un señor de Zaragoza, y le preguntamos, “oiga, señor, usted de donde es, de que país, de que reino”, y nosotros, mejor dicho otros, esperarían que respondieran “Andalusí”, tócatelos, de la tierra de los vándalos, del imperio andalusí, ¿eso existió en esos momentos?, creo que no, pero seguro que me lo discuten.

Yo más bien creo que diría “Señor mío, soy Cordobés y a mucha honra”, en árabe por supuesto. Lo mismo que nos diría un Toledano, un Valenciano, o un portugués, si, si, también un sevillano, así son las cosas, porque por joder, hasta se nos han apropiado del nombre, que Sevilla, con todos mis respetos, ha sido siempre la madre de todo; pues no. Ahora seremos una provincia olvidada en este reinos de Taifas que es Andalucía, denostada y menospreciada por los de más abajo del rio, pero señores, lo siento si molesta, el reino, mejor dicho el Califato, el Emirato, el Imperio, era cordobés. Ni Andaluz, ni sevillano, ni leches, pobres, pero hijos de la capital de un Imperio, y que cualquier otro diga lo mismo de Despeñaperros para abajo.

Yo podré tener el aspecto norteño, mi piel clara y mi altura no corresponde al estereotipo de andaluz, como la mayoría de los cordobeses, que venimos de mil conquistas, y nos pueden decir lo que quieran, pero el hecho de nacer en la capital del imperio, de llevar su impronta, su naturaleza, si quieres el orgullo, eso no nos lo quita nadie, aunque ahora seamos un cero a la izquierda.

¿Qué ahora somos la parte olvidada del reino Sevillano?, pues vale, ¿que tenemos un futuro triste?, quizás, ¿pero que si somos hijos de la capital de un imperio?, eso sí, del imperio cordobés, del tuyo, del mío, de nuestra herencia, de nuestro ser y al que le joda que reviente.

A cada uno lo suyo, lo bueno y lo malo, que cada uno somos de dónde venimos, te guste o no. Y para mí el haber nacido en Córdoba, en la Puerta Nueva, con más años que el surmsum corda, me llena de orgullo, y cuando digo que soy Cordobés se me llena la boca, si alguno de mis conciudadanos se avergüenza de donde ha nacido, solo me da pena, y mucha.

Esto es lo que pienso, esto es lo que siento, será cierto o me equivoco, no lo sé.