Claroscuros de Nuestra Historia

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Soy apasionado de la historia de Roma, de Cartago, de la Segunda guerra Mundial, de la Reconquista… de tantas cosas. ¿Cuántos libros he leído?, miles, quizás más, no lo sé, no me interesa el número, nunca me ha interesado.

¿A que tanta disertación?, os intentaré explicar. De esos miles de libros, apenas si he encontrado un puñado que hablen de la época andalusí, una etapa de ochocientos años en nuestra historia, y aquellos que lo hacen, es obra intrigas palaciegas, sobre las cortes Omeyas, y subsiguientemente de las épocas de esplendor.

Nos guste o no, somos descendientes culturales, aunque no genéticos, de ese legado, el de la mejor caballería del mundo, de los ejércitos invencibles, de los únicos que derrotaron a los vikingos, de los que con sus aceifas marcaban las estaciones, la de los Al Mugawar, aquí conocidos como almogávares, de términos que todos copiaron, ¿quién sabe lo que era un Arif?, ¿o el número de división de los ejércitos andalusíes?, ¿Qué Alférez, viene de Al Faris, el Jinete, el caballero?

Por no hablar de estructuras que sobrevivieron siglos en ejércitos venideros, en espadas rectas que después copiamos los cristianos, las jinetas, de los zenetas, porque cierto es que la espada del Cid, era la jineta del rey de Granada, que el caballo de Cortés, “Cordobés”, era un caballo Omeya, el que le salvó la vida en la noche triste.

¿Quién conocía a esos hombres?, creyeran en lo que creyeran, que amaban a sus caballos más que a sus mujeres, que nacían sobre ellos, y morían a sus grupas, que eran mimados a pesar del cansancio de la jornada, que avisaban cuando el enemigo aún no se veía.

¿Nos avergonzamos de esa época de esplendor?, sería como si en el futuro los americanos se avergonzaran de haber tenido el mejor ejército del mundo.

Y baste ya, que hay tanto que hablar que no pararía, por mucho que sangraran mis dedos, pero… baste con decir “no sabéis lo que os perdéis aquellos que no lo conocéis”