La Memoria Cansada

La Memoria Cansada.

Hoy el leído el artículo de una amiga, en el que se hablaba de la nefasta memoria de la Plaza de Toros de Cádiz, donde ya no existe, pues traía a la memoria el lugar donde se fusilaba a los políticos en la guerra civil.

Olvidémonos de bandos, cosa que deberíamos de haber hecho tiempo atrás, y por ello, recuerdo, al hilo de no querer, lo que me contaba mi abuelo, persona de carácter duro y sufrido, que vivía en los aledaños de la paredilla del cementerio.

Yo era pequeño, pero siempre he tenido buena memoria para recordar casi todo, más, ahora que la edad acompaña, y se me sigue marcando vívidamente en el recuerdo, la cara de mi yayo, cuando mirando a un sitio indeterminado, me contaba la historia sufrida, más que vivida.

“Las noches, Pedro, las noches, cuando el frio rompía el cuerpo, o el verano, cuando el calor los resecaba, cualquier tiempo era bueno, solo variaba la hora de oscurecer, nada más, solo eso.

Sentías una gran detonación, como si se tratara de decenas de fuegos de artificio, salidos a la vez, asía la mano de tu abuela, agachábamos la cabeza, pues ambos sabíamos lo que venía después, el rítmico golpe, el disparo uno a uno, clac, clac, clac, así, hasta que se detenía unos minutos.

Poco después la siguiente descarga, y el clac seguido de otros, como si no fuera a acabar nunca, y así noche tras noche.

¿Cuántos murieron, Pedro?, nadie lo sabe, mis primos, por rojos, mis primos, por fascistas, ¿Qué más da ahora?, solo, que se fueron antes de tiempo, antes de poder tener sus hijos, o de poder criarlos, en pos de unas ideas, que, maldita sea, solo llevan a donde otros quieren, maldita sea, maldita sea”.

Mi abuelo, miró al cielo, y no volvió a hablar del tema, no hacia falta, ya lo hago yo, que palabra por palabra, transcribo lo que se grabó indeleble en mi memoria.