La Clínica de Felicidad

La Clínica de Felicidad

Eusebio miró la ventanilla, sucia fea, parecía tener personalidad, más que la del que estaba dentro, que parecía que no había sonreído en su vida.

-Venga abuelo, que hay gente esperando.

Eusebio miró hacia atrás pero no encontró a nadie que pudiera ver, sonrió, era lo que solía hacer cuando no entendía a alguien.

-Buenas, que venía a ver, -carraspeó-, si puedo obtener una prórroga.

El hombre extendió la mano sin levantar la cabeza.

Eusebio entregó el sobre con todo lo que creía que pedirían, no era la primera.

El tipo, paseó la mirada, después de abrir la carpeta, sobre los documentos.

-Sesenta y ocho años, un siete, -tecleó en el ordenador-, como si lo comprobara, varias enfermedades, un ocho y medio.

-Verá, es cierto, pero son menores.

– ¿Son enfermedades?

Eusebio bajó la cabeza.

-Pues eso, que son años aquí, a ver si vas a venir aquí a enseñarme, -mira los papeles-, además sin casa, de alquiler en un sótano.

-Tenía casa, pero mi mujer enfermó, la vendí para pagar el tratamiento…

– ¿Y se murió?, sí es que sois…

-Si estuviera la Seguridad Social…

-Ya estamos con lo de siempre, -el tipo remeda una voz de idiota, no le supone mucho esfuerzo-, la Seguridad Social, la Seguridad Social, gracias a dios que la eliminamos, si no a saber dónde estaríamos.

-Pues estamos mal, bastante mal, -se le escapa a Eusebio.

-Pues imagina, abuelo, si tuviéramos que pagaros los achaques, que no tenéis conocimiento ni para… da igual, hijos veo a dos, ¿qué me cuentas?, no están las recomendaciones.

-Se las pedí, pero ya sabe, están al límite, tienen hijos…

El tipo sonríe.

-Es la moda, viejos, que no servís para nada.

Eusebio piensa que los hijos son… no quiere pensar más.

-Pues está jodida la cosa, ¿tanto quieres seguir?

-Me gustaría, soy joven aun…

El funcionario ríe a mandíbula batiente.

-Tienes más años que el hilo negro, no me jodas, viejo.

Eusebio, es calmado, pero…

-En ese caso, que…

-Fácil, abuelo, te queda un mes, preséntate, -le entrega un papel-, en el lugar indicado y a la fecha indicada, sin omisión, en otro caso…

-Es una clínica de…

-Pues claro, -sonríe-, se te acabó chupar de la teta del estado, un ocho y medio de nivel de utilidad para la sociedad, te pasas de inútil, -vuelve a sonreír-, te tocó descansar, una clínica de Felicidad y pum… se te acabaron las preocupaciones, dejas tu sitio y alguien menos que le quita recursos a los demás.

-Pero he trabajado durante…

-Nos da igual, ha llegado el momento de que sigas siendo útil.

– ¿Permitiendo que me matéis?

El funcionario se encoge de hombros, sonríe.

Eusebio saca la pistola, era de su padre, escondida durante años, las balas tienen cierta edad, quizás no funcionen, pero aprieta el gatillo, la cara del funcionario desaparece en una nube roja, sonríe, la pistola es de las que matan bien, se la pone en la sien, pero sonríe de nuevo, solo piensa, “que se molesten en matarme”, y sonríe mientras ve como se acercan policías.