La Semana casi Termina

             Hoy es jueves, la semana casi termina, aunque parece que nunca llega a hacerlo, como si fuera la zanahoria para el burro, inalcanzable.

             Estoy cansado, ¿de qué?, de todo, del trabajo, de las compañías, de las noches que salgo, de las que me quedo en casa, de los amigos, de los enemigos, de todo, ¿Qué es lo que busco, que es lo que me haría estar bien?, ni idea, solo sé que lo que tengo me hastía, me decepciona.

             Supongo que son cosas de la cabeza, todo va bien, la vida, según los demás, me va bien, o eso creen ellos, y siempre me lo dicen con esa sonrisa falsa, que ya nos enseñan apenas empezamos a mamar, y los miras y no ves nada, porque nada hay que ver.

             El compañero de trabajo, amigo de los que no te puedes descuidar, de los de sonrisa amplia y navaja abierta, esperando para sacarte las tripas, la única forma de que estés bien con él, de que puedas confiar es…, ninguna, solo puedes estar un poco más tranquilo si nada desea de ti, si nada te puede quitar, pero con la certeza absoluta de que es imposible de que te lo quite, si existe la más mínima posibilidad, ¡cuidado!, estarías en zona peligrosa.

             ¿Qué decir de los jefes?, ¿algo bueno?, ¿mentir por decreto?, ¿no están para lo que están?, para demostrar que la ineptitud es algo que se premia con ascensos, que mientras que seas más inteligente, más trabajador que él, pero menos de la empresa, te quedarás donde estás, no te moverán como no sea para abajo, y buscar trabajo…, madrecita, madrecita, que me quede como estaba, que la cosa, ahora está peor, a pesar de lo que digan, no te da una oportunidad que no sea un engaño o similar, las arenas movedizas son pilares fijos, cuando se cambia de trabajo, de Guatemala a Guatepeor, es lo de siempre, que cansancio.

             Ya queda menos para el añorado fin de semana, donde poder hacer lo que quiera, si mi familia no me exige por el método del chantaje emociónale que este con ellos, que coma con ellos, que esté como cuando era más joven, lo que todos sabemos que es imposible, o nos llamará quien no queremos que nos llame, y  a la que llamamos, no nos cogerá el teléfono, o nos dará la disculpa en la versión 7.0, con lo que aprendes algo, cosa de agradecer; al final solo te queda el desahuciado de todos, que casualmente no lleva dinero, o que los demás huyen como la peste, y a ti te ha pillado; dos cervezas, nada de licores, y al segundo bar te pierdes, aunque es difícil, suelen ser maestros garrapatas que tiene su mérito, así que entre las tonterías, te encuentras el terrible domingo después de unos días que nada te han divertido, sentado en la tele, en el ordenador, en la Tablet, en el móvil, pensando en los problemas del lunes, pero sin poder resolver ninguno, porque precisamente, estás en domingo.

             Y ese es el día de los infartos, el día más duro, el domingo, donde sientes que llega la terrible semana, se te pone el vello de los brazos como escarpias, y sientes que algo no está bien, que no hay necesidad de eso, pero es así, siempre así, necesitas el trabajo para vivir, aunque no sea vivir precisamente lo que haces, y miras sin ver, a cualquiera de los modernos aparatos que hablan contigo, pero que no te dicen nada, mientras que la tristeza te roe el corazón, y miras el bote de pastillas, la cerveza, la copa, el porrito, lo que sea que te haga que ese domingo, esa reentrada en lo conocido, te sea más leve, menos dolorosa, que pase el domingo y entres como un cristiano echado a los leones, y quizás, con suerte, el miércoles estés más tranquilo, pero llega el maravilloso viernes, el magnífico sábado, y el terrible domingo, de nuevo, la cadena, sigue, y sigue asfixiándote, y como buen esclavo de los tiempos modernos, sonríes, mientras día a día entra menos aire, te asfixias más, pero no mueres, nunca mueres, sabes que al final te matará, no mueres, te matará, pero la cosa es así, siempre ha sido así, quizás siempre lo será, y saludas al compañero, que no amigo que entra en la leonera contigo, no a tu lado, sonríes, no pasa nada, nunca pasa nada, todo está bien…

14 de Marzo de 2.024