La Lenta Agonía Hacia un Mundo Nuevo (IV). Mentir Por Cualquier Medio

Elevar a los altares a aquellos que solo tienen una visión parcial de la realidad, crear comunicadores que mienten continuamente, que ocultan datos, como si fueran tahúres de feria, en fin, al final, tratarnos como los que somos, una maldita manada de borregos.
¿Cómo quedará de herida la sociedad tras el paso del virus?
No sobrevivirá, será destruida, de ella nacerá algo distinto, algo que se basará en lo que existía, pero que a fin de cuentas hará un giro que la transformará tan radicalmente que nadie podría reconocerla.
¿El contacto humano?
Miedo huidizo a tocar a cualquiera que no sea cercano, e incluso así, con dificultades.
Pérdida de sanitarios, los cuales han caído en dos categorías, una menor de gente con narices, y otra de indecentes pasa consultas, y a partir de ahora, todo será peor, el miedo lo dominará todo, moriremos en casa, eso sí, con nuestros datos en las estadísticas, que aparecerán en el sentido que los cerdos del gobierno quieran que lo hagan.
¿Funcionarios?
Elucubraciones de una mente enferma, si con todo a favor, no hacían nada, ahora con motivo, ¿Qué esperamos, la conversión al dios trabajo?, no, eso seguro que no, antes se va el coronavirus mutado en caperucita.
¿El acto sexual, la pareja?
Por videoconferencia, el onanismo, el sexo transmitido por Lan, con una VPN, y mandar semen por correo exprés para clínicas de fertilidad.
Distantes caretas en caminos despoblados, seres huidizos que retornan a sus guaridas, atenazados por el miedo, antes de que el toque de queda los arrincone, haciéndoles sufrir como lo que son, borregos.
Nadie cogido de las manos, ningún beso desesperado en una esquina escondida, ningún loco que haga el amor en el banco rodeado de árboles.
Sexo rápido, putas exprés, sumideros de semen, aburrimiento de paja continua, dedos húmedos, y enormes sexos en pantalla plana.
Afortunados, los que mandan en la distancia a alguien que realice lo que desean para mejor excitarse, gratis, o de pago.
Oficinas vacías, comunicaciones en pantallas partidas.
Al final, hijos de primos hermanos, delitos de familia, incestos, vecinos violadores, exhibicionistas llamados a pasar dentro, solo ofrecen mercancía lista para probar, y el aquelarre seguirá, el hombre, el ser humano, sobrevivirá a cualquier precio, por muy alto que este sea.
Y entre las piernas de las mujeres, ahora escondidas, se establecerá el lugar de culto, el que todos los hombres buscarán como lobos, y así deberán de cuidarse las mujeres, víctimas de todo, sin culpa alguna, y perderán todo lo obtenido con el sufrimiento de centenas de años.
… Y miedo, miedo a todo, al contacto humano, al vecino, al repartidor, al que la escasa vez que a la calle salgas te cruces con él, ¿Quién será el que tras la máscara se esconde?, ni las cámaras del gran hermano sabrán reconocer una cara oculta, y el lobo merodeará entre las ovejas, listo para devorarlas.
De rodillas ante las pantallas, de ellas saldrán santas palabras, las cuales serán ley de vida, motivo de discordia, de vivir y de matar, ¿a quién?, a cualquiera que la que la santa pantalla ordene.