Una Leyenda de San Andrés

Delante de la puerta principal de San Andrés había dos columnas clavadas en el suelo, de bastante elevación, una de ellas de rara forma y con un pedazo roto, permaneciendo allí hasta 1823 que las quitó el concejal encargado del ornato D. Manuel Diaz. Aun existe en la fachada de la casa número 49 [53] de la calle de San Pablo, una garra de León que colocó en aquel sitio el anticuario Agustín de la Oliva, sobrino de Fernán Pérez de Oliva, habitante en aquella, donde reunió muchos objetos arqueológicos, algunos de bastante importancia. Vulgarmente se dice que una mujer robó un pan en la plaza del Salvador, yéndose á seguida á misa á San Andrés, como si su conciencia estuviese tranquila, y que al salir de la iglesia llegó un alguacil á prenderla; entonces, no solo juró que lo había comprado, sino que gritaba diciendo, ojalá hubiera permitido Dios que se volviera piedra antes de ser insultada de aquel modo: las palabras fueron vengadas, volviéndose el marmolillo al que faltaba el pedazo, porque el brazo con el pan quedó suelto y fue recogido y puesto en aquel lugar para escarmiento de los que se daban á los hurtos. Esta es la ridícula y extravagante tradición que algunos ancianos cuentan como un castigo del Cielo.