Una Esposa Inocente

Uno de los Sres. Cerdas, de quienes descienden los Marqueses de Vega de Armijo, llegó á concebir una funesta pasión por la esposa de uno de los Sres. Diaz de Morales, cuya estraordinaria belleza era celebrada en todo Córdoba: perdida su esperanza por el desden de la señora de sus pensamientos, logró al fin que uno de los esclavos le proporcionase una llave del pequeño postigo que aun existe en un rinconcillo que forma la casa en la que penetró; mas su cómplice reflexionó lo hecho, y temeroso del castigo que podia darle su señor, confesó á este su falta, oyendo el mandato de seguir callando: Cerda, como hemos dicho, entró en la morada de la señora, quien indignada lo lanzó de ella, manifestándole que, como le habia dicho por escrito, jamás faltaría á los deberes de la muger honrada, y que de insistir en sus pretenciones llamaría en su amparo á su esposo, quien le haría tenerla el respeto á que era merecedora; salióse á la calle, donde lo esperaba el ofendido, y midiendo sus espadas, Cerda quedó en ella moribundo, en tanto que Diaz de Morales penetró en sus casas, teniendo lugar una escena en que la buena señora estuvo á pique de ser víctima de los fundados celos de su marido. Entretanto, la ronda encontró un cadáver, lo condujo á su casa, y el Corregidor vino á ver al esposo ofendido, llegando tan á tiempo, que logró evitar una nueva desgracia: el moribundo tenia en la mano la carta en que le quitaban toda esperanza, y en ella habia escrito con su sangre y dedo, unas letras en que confusamente se leia «es inocente.» Este hecho quedó oculto en las sombras del misterio; mas á poco apareció la imagen del Crucifijo que todos decían de la Sangre, con una luz que diariamente le encendían y que aun conserva en el oratorio de los Sres. Diaz de Morales.