Mi Historia de Córdoba, Escrita por un Cordobés. Quinta parte.

Mi Historia de Córdoba, Escrita por un Cordobés
Quinta parte.
Más Califas, que son muchos años bajo la Media
Luna.


Mohamed I de (Qurṭubah, 823 –,Qurṭubah 886) fue emir independiente
de al-Ándalus (852–886), hijo y sucesor de Abderramán II, miembro de la
dinastía Omeya de Córdoba.
Otro que tuvo complicada la vida, un ir y venir a dar palos a todos los que
se rebelaban, y no eran pocos.
Vamos la primera, las tortas entre los que se habían convertido al islam y
los que continuaban siendo cristianos, vamos lo que es una guerra civil
más o menos, el deporte nacional.
Segunda, la familia de los Banu Qasi, una familia que dominaba tierras por
el Ebro, eran descendientes de un visigodo, el Conde Casio, se aliaron con
el rey de Pamplona, y se declararon independientes, lo que no es tan raro
por las tierras de allí, supongo.
Pues nada, que se los tocan a Mohamed, y deja Navarra como un plato sin
fondo, los deja tranquilos durante un tiempo, ya se sabe, allí lo de la
obediencia debida no es algo que se lleve bien.
Tercera, otros Banu Qasi, pero de Zaragoza, se unen con los de Toledo, y
de camino con el rey Ordoño primero de Asturias (que los cristianos no se
sabía para quien trabajaban tampoco), les dan en la batalla de
Guadalecete, se vuelven a rebelar a pesar del varapalo, Muhamed que ya
está cansado, decide construir fortalezas por todos esos lugares, una de
ellas es Mayrit o Magerit, que es donde juega el Real Madrid.
Estalla la cuarta, pero esta dura, no vera Mohamed como termina, hasta
Abderramán III no es sofocada. Porque el tipo es otro percusor de la
guerrilla, Omar Ben Hafsun. Este campó a sus anchas por el sur de
Portugal y por Extremadura, la causa era muy sencilla, los españoles, la
mayoría se habían convertido al Islam, ya no pagaban tanto, menos dinero
que cogía el Califa, menos dinero que repartía, y los señoritos se
mosquean, y como les cortan el suministro a dar por….
Al-Mundir (Córdoba, 844-Bobastro, 888), sexto emir independiente de AlÁndalus. Sucedió en el trono a su padre Mohamed I en 886, reinando solo
dos años.
El pobre Al-Mundir, tuvo más palos que una estera, vamos, que en tiempo
de su padre, ya estaba dando leches, porque la cosa se ponía de mal en
peor, cristianos rebeldes, islamizados rebeldes, El rey Ordoño I, (que tío
más cansino), Rodrigo de Castilla, pero al final consigue desplazarlos más
al norte.
Vamos que se viene arriba, y Alfonso XIII le pone las pilas en Valdemora,
vuelve a intentarlo, esta vez además se le une al enemigo un Banu Qasi
(que pandilla de perros), y le vuelven a dar en Cellorigo, por lo menos
logra acabar echando de Badajoz a un sublevado, Ibn Marwande.
Pero el califa sigue, que le gusta más una guerra que a un tonto una tiza,
¿recordáis a Omar ben Hafsun?, pues continua con la guerra contra el
rebelde, sitia Bobastro (Málaga), y allí al foso, que hay quien dice que lo
envenenó el médico de su hermano.
Abû Muhammad ‘Abd Allah ibn Muhammad más conocido como Abd Allah
I, Abd Alláh I o Abdalá I (Córdoba, 11 de enero de 844- 15 de
octubre de 912), fue el séptimo emir omeya de Córdoba desde 888 hasta
su muerte. Fue el abuelo de su sucesor, Abderramán III.
Este fue el que menos poder tuvo de todos los califas, comenzó según
parece matando a su hermano, y le cogió el gustillo, como ya iremos
viendo. Vamos, que, en su califato, en lo único en los que mandaba era en
Córdoba, los demás lo tomaban por el pito de un sereno.
Rubio, piel color salmonete, y con los ojos claros, no muy alto; para no dar
el cante, se teñía el pelo y la barba, para parecer más moro de la morería
que otra cosa, se gastaba menos que un chupe de plomo, la verdad es que
con solo Córdoba estaría más tieso que una regla de titanio, pero que
también le iba.
Por no gastar ni bebía, e iba a la Mezquita a rezar porque no le cobraban,
leía mucho, de día, que de noche le costaba el dinero, y ya que tenía el
harén, pues bueno, trece hijas y doce hijos, que el no gastar se va en las
cosas de cama, que después hay que criarlos.
Todas las provincias del Califato, eran independientes de hecho en su
reinado, el nacimiento del Califato Fatimí en el norte de África, le asustó
aún más, haciendo que fuera conocido como el más rácano de occidente.
El rata, se casó con una hija de Garces, el rey de Pamplona, Iñiga, que el
nombre tiene cojo…, pero se pudo el nombre en árabe de Durr (perla),
que no sé qué es peor, esta le engendró un hijo, Muhamad, al que nombró
heredero, pero fue asesinado por su medio hermano Al-Mutarrif, al que
después ordeno matar, temeroso de que tramara contra él.
Abd ar-Rahman ibn Muhammad Córdoba (Qurduba), 7 de enero de 891-
Medina Azahara, 15 de octubre de 961, más conocido
como Abderramán o Abd al-Rahman III, fue el octavo y último emir
independiente (912-929) y primer califa omeya de Córdoba (929-961), con
el sobrenombre de al-Nāṣir li-dīn Allah «aquel que hace triunfar la religión
de Dios» (‘de Alá’).
Es el último de los Califas del Emirato, pero por lo menos le puso las pilas y
lo convirtió en algo digno de admirar, fue el que edificó Medina Azahara, y
una a una fue descabezando las rebeliones que se habían señoreado de lo
que fuera el antiguo califato.
Fue ese momento en el que la Abadesa Germana Hroswitha dijo de
Córdoba que era el «Ornamento del Mundo» y «Perla de Occidente».
Durante veinte años estuvo guerreando, volviendo a dar esplendor a el
Califato, pero al final aconteció la batalla de Simancas, en la que salió
derrotado por el rey Ramiro II de León; ya no volvería a comandar ninguna
guerra más. El Norte de España se quedó fuera del Califato, a pesar de
ello, fue la época de mayor esplendor del Califato, una época que apenas
si duro cincuenta años después de su muerte.
Alhakén II, Al-Hakam II o Alhaquén II Abd ar-Raḥmān; Córdoba, 13 de
enero de 915-Id., 1 de octubre de 976) segundo califa omeya de Córdoba.
Era pelirrojo de ojos negros, tenía los brazos más largos que las piernas, y
una voz que atronaba, por lo demás, era inteligente cultivado y piadoso.
Heredó de su antecesor Abderramán III un califato fuerte y rico, que supo
continuar, cosa poco usual, fue un califa de gran cultura, bibliógrafo y
persona de gran inteligencia.
Llegó a gobernar ya mayor, con cuarenta y siete años, pero llevaba como
heredero casi cuarenta años, por lo que conocía perfectamente los
asuntos de estado, además de haber guerreado en el nombre de
Abderramán III. Con él llega el Califato a su máximo esplendor.
Adoptó el sobrenombre de al-Mustansir bi-l·lah («el que busca la ayuda
victoriosa de Alá»).
No tuvo descendencia con su esposa Radhia, y buscó en sus concubinas un
heredero, una vasca Subh, le dio un hijo al que llamo Chafar. Hubo
habladurías sobre su hombría, pues su padre lo obligo a vivir en el palacio
y a no desposarse, así que la gente opinaba que era homosexual.
Su reinado estuvo marcado por la presencia de personajes en los que
delegó gran parte de su poder, libertos, chambelanes, e incluso una
concubina, pero a pesar de ello el califato gozó de quince años de
tranquilidad y prosperidad.
A pesar de todo se vio inmerso en las políticas de los reyes cristianos, que
incumplieron las promesas dadas, eso y las uniones entre estos reinos
para acabar con el poder del Califato, lo tuvieron siempre ocupado en el
campo de batalla, sin embargo, resultó victorioso en las distintas
ocasiones en las que se enfrentó, consiguiendo unas fronteras estables
que le dieron el periodo de paz, durante el cual Córdoba floreció.
En la política con el norte de África, hay un hecho importante, la primera
vez que oiremos hablar de él, que no la última, pues bien, Alhaken mandó
al general Galib a combatir contra los fatimíes a los que venció, pero gastó
tanto, que para controlar el dispendio, mandó a su intendente
Muhámmad ibn Abi Amir para vigilar las cuentas, ¿no os suena, verdad?,
bueno vamos a darle el nombre por el que se conoció posteriormente,
Almanzor, pero ya hablaremos de él.
Durante su reinado ocurrió algo digno de reseñar, ahora están de moda
los vikingos, pues aquí no íbamos a ser menos, un tal Gundurendo (vaya
nombrecito), danés, de los del norte, atacó Lisboa, pero el califa mando
una flota que lo derrotó. Mientras tanto, Almería que era el principal
puerto del Califato, se fortificaba previendo que no sería el último ataque,
pues al resto de Europa los traían fritos.
Por si acaso, Alhaken mando construir una flota tipo a la vikinga, para
darles antes de que llegaran a la costa, tipo inteligente, y cuando
intentaron atacar Sevilla, la flota califal los derrotó, impidiendo que
pudieran acercarse a las costas.
Si podemos hablar de una época en la que se podía acercar un poco a la
idealizada “Tres culturas”, fue esta, y realmente porque los que no eran
musulmanes significaban un numero anecdótico, pero ciertamente,
respetó los pocos miembros que quedaban de ambas religiones, acabó
también con la nobleza militar, de distinta etnia, y aseguró el acceso a los
puestos de gobierno en régimen de igualdad a todos los Andalusíes, sin
importar su procedencia.
Amplió la Mezquita y Medina Azahara, pero estos monumentos merecen
capítulo aparte.
Baste decir que en esta época, Córdoba era la ciudad más importante de
Europa, por población, poder y cultura. Fue la primera en tener
pavimentadas sus calles, así como alumbrado público y alcantarillado,
todo organizado con una eficiencia no vista anteriormente.
Uno de los problemas con los que se topó, fue la bajada de los impuestos
coránicos, casi todos los Andalusíes, en aquella época eran musulmanes,
pero el período de paz y una política de comercio floreciente, permitió
que la suntuosidad en edificios y forma de vida se asentaran en Córdoba.
Este período permitió que se multiplicaran las cosechas, que permitieron
su exportación, fue la época en la que se introdujo el naranjo y el arroz,
también fue el período en el que posiblemente la capa arbórea en España
fue la más densa, lo que aprovecharon para la construcción de barcos.
La cultura andalusí se difundió por media Europa, creo veintisiete escuelas
gratuitas, y una biblioteca con más de 400.000 volúmenes, subvencionó a
los artistas y eruditos, aunque algunos de ellos solo se aprovecharon de
ello, pero eso pasa siempre, sino que pregunten por las subvenciones
digitales (a dedo) de ahora.
Pero de esto trataremos en otro capítulo.
Pero incluso un gran hombre como este comete errores, y ya se sabe mil
cosas bien hechas no valen lo que un fallo, y Alhaken II, no nombró un
heredero que fuera capaz de continuar con su magnífica obra.
Su primer hijo murió, pero la concubina Shub, tres años después volvió a
dar a luz un varón, el futuro Hisham II, pero Alhaken II, aun siendo un niño
Hisham, sufrió una apoplejía, lo que hizo, que el niño subiera al trono
cuando apenas si tenía once años, ocho meses después Alhaken II murió,
esto hizo que el nuevo Califa, tan joven, fuera una marioneta en manos
del Chambelán, Al Mansur (Almanzor, lo conoceríamos por este nombre),
hombre militarista y fanático, que a pesar de sus éxitos, fraccionó la
sociedad en Al Ándalus, creando el germen de su decadencia.