Mi Córdoba que se Muere

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“Erase un hombre que se murió de hambre teniendo un saco de trigo, porque no se molestó en molerlo”, esa es mi definición de Córdoba y de los cordobeses.

Me explico, somos una ciudad que “fue”, que ya no lo es, pudo haber sido la capital del mundo, pero ahora apenas si es un remedo de lo que fue, la caricatura de una maravillosa ciudad, Córdoba; pero amigos, se muere en el olvido, el paro, la caída del PIB, la dejadez… todo se une en nuestra contra, eso es lo cierto, pero ¿Qué tenemos?, aparte de la agricultura a la que apenas si le sacamos beneficio.

Normalmente los padres dejan a los hijos una herencia, y muchos la tiran, la dilapidan, la dejan morir, eso es lo que nos pasa a nosotros con nuestra querida Córdoba.

Por motivos que no vienen al caso, me he introducido en la ciudad como el que se tira a la piscina “en bomba”, he recorrido sus calles, y sorprendentemente, “me he sorprendido”, yo que soy Cordobés de toda la vida, he alucinado en colores, yo que creía conocerla, Córdoba es más de lo que se ve, lo mejor, como buena cordobesa, se oculta para pocos, para casi nadie, para el que la corteja con la seriedad de un matrimonio canónico.

Loor a aquellos que saben que la Mezquita Catedral es una maravilla, gritemos los nombres de aquellos que han convertido Medina Azahara, la ciudad brillante, en algo que es poco menos que una máquina tragaperras. “Ya lo hemos hecho, Córdoba está en el mapa”, habrán pensado esas mentes brillantes, la Mezquita catedral es el quinto monumento más visitado de España. Apuntaros un chicle. De eso no vive una ciudad.

Por si no se han enterado nuestros insignes políticos, de ahora y de hace tiempo, supongo también de futuros, con una pajita poca leche puedes beber, ¿Mezquita, Medina, Puente Romano?, poca leche para tanta vaca.

Después de dar más vueltas que un trompo con cien metros de cordel por ese mundo de Dios, he regresado a mi ciudad, y me he sumergido en la Córdoba profunda, en la recóndita para el profano, y he descubierto una cosa, que pedazo de Ciudad tenemos, si esto lo pillan los americanos la convierten en un parque temático de dos pares de coj…, pero aquí somos de otra leche, nos conformamos con quedarnos donde estamos, y madrecita que nadie toque lo hecho.

Pandilla de… que fácil es cobrar impuestos y hacer lo justo, claro, así vienen los turistas, están dos días como máximo y se van a Sevilla a otros sitios que, bueno, saben hacerlo mejor.

Aquí tenemos un problema añadido, pocas cosas podemos hacer para evitar que nuestra ciudad languidezca, y apenas sea un puntito mínimo en el Google Maps.

Porque señores, si sitios donde he estado tuvieran la riqueza que tenemos nosotros, solo vivirían del turismo, pero para eso hay que tener miras claras, trabajar y hacerlo solo para Córdoba, no para intereses espurios, pero eso aquí no pasará, seguro, por mucho que me duela. Soy Cordobés, y me conozco, nos conozco, los reinos de Taifas, las rencillas, los odios a muerte, y mientras tanto el burro sin cebada se muere.

Alguien con cerebro, “descubrió los patios”, que llevaban ahí toda la vida, pero viva sus… por lo menos consiguió otro gran grano de arena, pero no es suficiente.

¿Alguien conoce los secretos de los patios resguardados de las grandes casas solariegas?

¿Las iglesias Fernandinas?

¿Las maravillas escondidas entre las estrechas callejas y rincones de nuestra ciudad?

¿Las ermitas escondidas en calles de nombre cordobeses?

¿Las mil y una plazas que decoran nuestra ciudad?

No, pero con tenerlas bien pintadas, solo cuando viene el buen tiempo, es suficiente, que se venden solas.

Y una m….

Abandono, dejadez, todo está escondido, poco se puede visitar, poco es conocido, y lo que no se sabe, difícilmente se puede vender, pretendemos tener un turismo en aumento con un cuadradito que apenas si es la centésima parte de una Córdoba milenaria. No hablemos ya de las ruinas intocables, que supongo que estaremos guardando para que alguien, algún día le eche tiempo y esfuerzo y recobren su esplendor.

Y no hablemos ya del patrimonio inmaterial, ahí pinchamos como si fuéramos los que somos, catetos, pero ya se sabe si juntas dos cordobeses, tienes dos opiniones, dos caminos diferentes para llegar a sitios distintos.

El 6, la Sociedad de Plateros, los arquetipos de la cocina de toda la vida, que he traído a extranjeros, y se han vuelto locos con nuestra gastronomía, encerrada ahora en el cuadradito de la mezquita; miremos por ejemplo la Sociedad de Plateros, la de la calle María Auxiliadora, una comida a un precio razonable, un ambiente de toda la vida, yo he llevado extranjeros allí y se han puesto a reventar, pero claro, al lado no tiene nada que enseñar… bueno salvo San Lorenzo, la Iglesia de María Auxiliadora, los Padres de Gracia, las murallas de la Golondrina, la Ermita de San Juan de Letrán, las murallas almorávides, la Piedra escrita, la fuente del Pozanco, San Rafael, me paro que me da hasta coraje, malditos seamos, toda esa belleza, esa magnificencia escondida entre las recónditas callejas, eso bien vendido, es, lo que es, una maravilla.

Pero vendámoslo todo, que el turista no viene solo a ver piedras viejas, y a que le peguen hostias en la cartera, es un conjunto, una idea, tienes que ilusionarlo, siempre se tiene que quedar con que le falta mucho por ver, que se quede más, o que vuelva, pero no dos días y a pasarse el resto de las vacaciones en otro lugar, que nos cansamos.

Por supuesto cobra entrada hasta por respirar, que es pan para hoy y hambre para mañana, cocina fashion o fussion, y le das una hostia, hoteles caros como si te alojaras en el patio de los naranjos, eso es plantar la semilla de la miseria, que son turistas, no gilipoyas.

Crea una Córdoba at night, organízala, créala, dibújala y normalízala, que el que viene no sabe que maravillosa es una noche en Córdoba tras el calor, es lo mejor que tiene, pero… no sé, miles de cosas que se pueden hacer, y aquí estamos, que pena, que asco, podemos hacer miles de cosas, pero nada, o casi nada.

Porque eso de que “el buen paño en el arca se vende”, pasó a la historia, o te vendes o nadie te compra, y estamos en uno de los negocios con más auge en el planeta, y lo que viene, pero claro, dejémoslo, nosotros nos conformamos con las migajas, que pena de Córdoba, mi Córdoba, nuestra Córdoba.

Pero ya se sabe “el que por su gusto se muere, hasta la muerte le sabe bien”, valga la redundancia.

Pedro Casiano González Cuevas 2.018