Sobre Nuestro Senequismo y Cosas Peores

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

Sobre nuestro Senequismo y cosas peores.

Lucio Anneo Seneca, nacido en Córduba en el año 4 y muerto en Roma en el año 65, fue en la decadencia del imperio, un defensor de la moralidad, máximo defensor del estoicismo.

Siempre decimos que Séneca era cordobés, y que reflejaba el ser cordobés, mi opinión es otra, o diferente, o parecida, pero no la misma.

Me explico, pensamos que ser cordobés, lo da el simple hecho de haber nacido en Córdoba, eso no es cierto, ni por asomo, el ser Cordobés, es producto del haber mamado Córdoba, ¿y qué es eso?, pues una enfermedad terminal que con el mero contacto continuado, termina por apoderarse del paciente, haciendo que en algunos casos sea más fuerte que incluso el de aquellos que nacen con la citada dolencia.

De hecho muchos de nuestros ilustres nombres, que hoy consideramos cordobeses de pura cepa no nacieron aquí, pero llegaron, y se enamoraron, cayeron bajo el influjo de la sombra de la Mezquita, del fresco de sus callejones, del embrujo de sus noches, del rumor del rio… ¿qué más puedo decir que no sea pedante?… mil cosas más aunque lo sea.

Pero volvamos al carácter, no se adquiere por nacimiento, ni siquiera por estudio, es por convivencia, como los mochuelos disecados de los bares, observamos, pensamos y después decimos una frase que hace que suba el pan.

¿Cómo se sabe que es cordobés?, cuando pasando un tiempo aquí, no suele ser mucho, oyes decir, “mis coj..”, “ven paca”, y es para decirte algo, no para que vayas, esos son los primeros síntomas de que la enfermedad arraiga en el recién llegado. Pero el punto álgido, es cuando calla, cuando puede hablar y sigue callado, y pasado un tiempo, dice una frase que resume la larga conversación, que te mata o te refrenda. Ya es cordobés.

Podremos tener la sangre de gente del norte, que del sur los echamos, pero la impronta de miles de años, el carácter de capital romana, de ciudad más grande del mundo, de dureza de conquista, de calamidades, de hambres y de agobios, han formado ese carácter “senequista”; si no tienes nada que decir, mejor te callas, que lo que sale de tu boca en ese caso es solo ruido.

EL cordobés piensa, escucha, y define con muy pocas palabras toda la esencia de una conversación, ¿Por qué?, porque hemos sido grandes, hemos sido esclavizados, derrotados, humillados, muertos de hambre, y siempre hemos sobrevivido, no las razas, no los conquistadores, ni los conquistados, solo la forma de ver la vida, de opinar, de mejor estar callado que diciendo “pegos”.

Recuerdo a uno de nuestros mayores, hace ya años, que después de una conversación larga, en la que no había ni hueso ni carne, se volvió a mí, con su copa en la mano (estábamos en el bar Chaleco en Puerta Nueva) y me dijo.

“Niño, algunas veces, el hablar tenía que costar dineros”

Se volvió, le dio un sorbo a la copa y siguió con cara de tedio, que otro que no fuera cordobés, no hubiera sabido interpretar, esa cara de póker aun por catalogar tan nuestra, y aguantó el chaparrón.

O mi abuelo, hace siglos, que sentado en sus rodillas, apenas si hablaba, pero de vez en cuando me soltaba una perla, que se clavaba en mi mente como un alfiler.

“Pedro, cuando tengas que decir algo, dilo, pero ten cuidado, cuando sale de tu boca te conviertes en esclavo de lo que has dicho”

De esas miles, que no quiero ser tedioso, pero nunca se me olvidaran, porque el cordobés, es eso, cordobés, ni mejor ni peor.

Eso sí, tenemos una capacidad increíble para resumir situaciones complejas con una sola palabra o una frase, recuerdo cuando de pequeño, alguien paladeaba la comida, y dirigiéndose a la cocinera, le decía “niña esto está “ravenio”, esa extraña palabra, designaba claramente a oídos entrenados, que la comida a pesar de los esfuerzos realizados en el preparado de los mismos, no reunía las capacidades suficientes, como para alcanzar un nivel de aprobación mínimo, fuera porque los alimentos no fueran buenos, o por el exceso o defecto de los condimentos, todo eso se resumido en una sola palabra.

¿Recuerdan la frase “Cordobés y hombre de bien no puede ser”?, pues eso nos define, porque hemos sido la única ciudad que no permitió que la “prima notte”, la primera noche, nuestras mujeres fueran de uno de los nobles, por eso, ninguno descendemos de nobles, de “hombres de bien”, pues con dos coj…

Porque esa es otra, no es que el cordobés sea “esaborío”, es que tenemos una forma de decir las cosas cuando queremos, que no tenemos más mala leche porque no hacemos prácticas. La capacidad de definir malamente a una persona en pocas palabras es bandera de nuestra ciudad. “Esa está muy suelta”… casi nada lo que está ahí metido. “Tu mira en tus adentros, antes de mirar en los afueros”, otra que tal baila. Y así hasta el infinito, porque los dichos en Córdoba son moneda de uso cotidiano, no conozco a nadie que tenga más dichos que un cordobés, aunque puede ser que los haya.

Además el senequismo en una de sus peores facetas, da lugar a un personaje del que todos tenemos algo, quizás más de algo, el “Atravesao”, porque construir, quizás, ¡pero destruir!, se nos da de perlas, cuando nos ponemos negativos, apaga y vámonos, que esto no lo levanta, nadie, somos capaces de resaltar lo obvio hasta límites insospechables, pero a la vez, nos sirve de excusa para no hacer nada positivo, para enmendar lo que no está bien. Porque cada vez que estamos en ese plan y decimos una “desiura”, derribamos un quicio.

Somos producto de mil culturas, de mil cruces, de mil encuentros y encontronazos, y como me dijo un señor mayor “aquí lo único que hay de pura raza, es lo que tenga que venir, y poco tiempo”, porque aquí al momento te asimilan o te espantan, pero es lo que hay, así que ¿cómo definimos el senequismo?, ¿Cuántos cordobeses hay?… pues eso.

Pedro Casiano González Cuevas 2.018