La Genética Cordobesa

No hay ninguna descripción de la foto disponible.

Hace pocos días, leí una publicación de un amigo, en la cual argumentaba acerca de la procedencia de los cordobeses, haciendo un aporte magnifico en cuanto a sus definiciones, sin embargo, una de ellas, me sorprendió, pues no creo que sea real, más que nada por los hechos en los que se basa.

Concretemos, que nos vamos por los cerros de Úbeda, se postulaba en la citada opinión, acerca de la ascendencia de nosotros los cordobeses, y ahí difiero totalmente, me explico.

Córdoba fue celta, ibera, Colonia romana, Ciudad Patricia, y en sus momentos más esplendorosos, la capital del Califato, los tiempos de Abderramán, y los posteriores hasta Al Mansur. Después se descompone en reinos de taifas, los cuales caen bajo el poder de los Al-Murābiṭūn, más conocidos por Almorávides, lo que supone una inyección de sangre del norte de África, en los cuales nuestra capital era solo una provincia de un imperio que se regía desde Aghmat (1040-1062), y Marrakech (1062-1147), con el consiguiente empobrecimiento de nuestra Córdoba, ya bastante diezmada cuando Taifa de Córdoba.

Posteriormente, y ante el decaer de los almorávides, aparecen los almohades (en lengua árabe: الموَحدون, al-muwaḥḥidun) «los que reconocen la unidad de Dios», o Banu ‘Abd al-Mu’min (en árabe: بنو عبد المؤمن) una dinastía bereber, que vuelven a mantener parte de iberia, cada vez menos, pero la capital vuelve a ser del norte de África “Tinmel (1121-1147), Marrakech (1147-1269)”, posteriormente, es reconquistada por los cristianos, por Fernando III de Castilla en el 29 de junio de 1236, con la entrega de las llaves de la ciudad del príncipe Abul-l-Casan, pero ya es una córdoba destruida, un mero reflejo en barro de lo que fue, los palacios se convirtieron en cuadras, y los conquistadores pudieron construir lo que les vino en gana, pues existía tanto material de buena calidad, que solo hacía falta derruir para construir.

Hay divergencias en cuanto a los habitantes hispanomusulmanes que quedaron en nuestra ciudad, pero se pueden cifrar entre 25.000 y 50.000, cifra la última demasiado optimista.

Atraídos por el esplendor de la ciudad durante siglos, muchos castellanos vienen aquí, con lo que incluso se quedan sin víveres, de la multitud que se asentó, gente del norte y mercenarios la mayoría de ellos.

Pero claro, después llega la expulsión de los judíos con el Edicto de Granada de 1.492, y una comunidad importante es diezmada, posteriormente la expulsión de los moriscos entre 1.609 y 1.613, ordenada por Felipe III, que supone otra importante disminución de la población que podía tener ascendencia hispanoárabe, y si esto sucede en la ciudad, imaginemos en los pueblos, en los cuales es potencialmente mayor, hasta el punto de que es repoblada varias veces, más que nada para poder proteger el oro que viene de América, y que es de paso obligado por Córdoba, en su ruta hacia Madrid.

Añadamos a esto la peste negra de los siglos XIV, XVI y XVII, sin contar con el sarampión, las viruelas, el garrotillo, y más enfermedades que se agrupaban en torno al nombre de otras, tal devastación que nuestra provincia quedó como un solar, no hablemos de la ciudad.

Las venidas de colonos del resto de Europa, son realizadas en base al Fuero de nuevas Repoblaciones, entre alemanes, suizos, italianos, franceses y austriacos, por supuesto católicos, y en teoría labradores, pues conozcamos que en aquellos tiempos, los que ahora nos miran por encima del hombro, fueron bien acogidos aquí, pues salieron de países en hambruna, al contario que ahora, esto sucedió con Carlos III, en el siglo XVIII, las más incrementadas, fueron Fuente Palmera y La Carlota. La mayor parte de los colonos asentados en Córdoba fueron alemanes y suizos.

Estas repoblaciones continuaron, pues si bien los apellidos de las primeras se castellanizaron, siendo las ultimas las que aún conservan los apellidos originales solo con el cambio a la pronunciación castellana.

¿Y para que toda esta explicativa?, sencillo, podemos basarnos en cualquier motivo para explicar que es el sentir cordobés, ¿pero la sangre?, mucho me temo que no, que se diluyó, si quedaba alguna africana, en siglos de presencias norte europeas.

Como decía un amigo somos “perros de mil leches”, en relación a que tenemos cruces por todos lados, bienvenidos sean, entonces ¿Cómo nos identificamos, como es eso del sentir Cordobés?

Yo sencillamente lo baso en la impronta, que mirando el diccionario de la RAE nos da “Marca o huella, generalmente de orden moral, que deja una cosa en otra”, expliquémonos, que la idea es la siguiente.

Tu podrás ser de ascendencia nórdica, castellana, asturiana, o de Helsinki, serás rubio o moreno, con ojos claros u oscuros, medirás mas de un metro noventa o quizás menos, pero todos tenemos una línea central que nos recorre todo el interior de nuestro cuerpo, como pollos en el asador, que está aunque no nos guste.

¿Cuál es?, lo he dicho antes, la impronta, algo que pasa de generación a generación sin importar tu sangre, tu ascendencia, se transmite como una enfermedad de padres a hijos, de conquistados a conquistadores, de cordobeses viejos a los recién llegados, el espíritu de que somos hijos de una metrópoli que un día fue el faro de Occidente, eso ráetelo si puedes, cordobés, porque lo llevas dentro.

¿Qué somos “esaboríos”?, vale, ¿qué somos chulos?, pues si, ¿qué somos muy nuestros?, puede ser, y podemos responder, eh, que soy Cordobés, porque el tiempo de Al Ándalus, pasó, pero su alma continua en cada uno de nosotros, si no te gusta, te jodes, con todos los respetos, en otro caso, valga el defecto por la virtud.

A mí cuando me preguntan, por mi aspecto, “no pareces Cordobés”, yo les contesto, “Pues lo soy, gracias a Dios”.