Un Amor de mi Vida

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Sea como sea, y como empiezan todas las cosas, esta lo hizo por el principio. Cualquiera que me conozca sabe de mi desmedido amor por Córdoba, mi ciudad, de la cual creía tener un conocimiento apropiado. Pues bien, como escritor que soy se me ocurrió un pequeño relato que en mi cabeza ocuparía apenas diez páginas, sobre unas armas fabricadas en la Córdoba de los últimos días del Califato cuando Almanzor era el azote de la península.
Este pequeño relato me hizo indagar más en la historia de aquella época, pues por torpe que sea uno, debe de saber algo para poder escribir sobre ello, y ¡Sorpresa!, lo que iban a ser diez páginas casi se convirtieron en trescientas como por arte de magia, hablo de “La leyenda de las Jinetas Negras”, pero esto no fue lo peor, eso fue solo el comienzo, pues el comezón que me provocó el conocimiento de mi Córdoba en aquellos lejanos tiempos, me hizo leer miles de páginas de escritos históricos, los cuales no son muchos, pero la mayoría de dominio público.
Y yo, que esperaba encontrar algo interesante, me encontré con una mina de diamantes escondida a plena vista, y sin querer queriendo me enamoré aún más de aquella época, de sus personajes, sobre todo de un perdido personaje, un mercenario que aparece comentado a vuela pluma en algunos de los pocos escritos de aquella época, y como decimos aquí, se me fue la pinza, y escribí sobre él, sobre la época de Al Ándalus, sobre el porqué de la división del Califato, y me encontré inmerso en un mundo tan interesante, que nadie, y repito nadie, ha vivido en sus tierras, una época de intrigas, de amores extraños y de crueldades sin nombre, todo en el altar de un Al Ándalus, joya brillante en un mundo apagado por la edad media que se cernía con su halo de oscuridad sobre todo occidente.
Olvidándome si eran musulmanes, cristianos o tocaban el tambor, me sumergí en el mundo de aquellos hombres que habían nacido en la tierra que yo nací, Yahwar, Al Mutamid, Badis Ben Habus, y muchos más, y surgió como por arte de magia “Ramir Al Mayub”, la que en mi cabeza se había formado sobre la historia del oscuro personaje.
Apenas sería un librito, un librito que terminó con setecientas páginas, pero ahí no queda la cosa, apenas corregido, sin portada, sin publicar, aquí me encuentro abandonando mis grupos, mi web y muchas más cosas, enfrascado en el segundo volumen, que aún no tiene nombre, por el que ahora, justo ahora, voy por las quinientas páginas, sin saber cuándo terminará, pues como si fuera mi ama de cría me lleva cogido de la oreja por los caminos que cabalgó, los de Al Ándalus, cuando era el faro del mundo, la deseada, la envidia de cualquiera que amara la belleza, y que ahora olvidada de todos, apenas si es el pardo reflejo de su maravilloso esplendor. (Por cierto, se terminó, ¿su título?, Éxodo)
Sí, porque podéis creerlo o no, nuestra maravillosa Andalucía, que ahora es una maravilla, es apenas nada comparada con la belleza de Al Ándalus, donde los extranjeros, asombrados, confundían los campos de legumbres que florecían, con bellos jardines de tan cuidados que estaban, cuando de nuestra tierra salían los cerebros más avanzados que iluminaban el mundo con sus descubrimientos.
Si, la “Leyenda de las jinetas Negras” ha tenido una aceptación notable, habiéndola leído muchísimas personas, os juro, que no me importaría que “Ramir Al Majhub”, no fuera leído por nadie, porque mientras lo escribo, me doy cuenta de lo afortunado que soy de haber nacido en esta tierra, y de lo orgulloso que estoy de tener el alma de Al Ándalus dentro de mí.