Otra vez Aquí…

Otra vez aquí, sin volutas de humo de mi cigarro, dejé de fumar hace tiempo, pero no por salud, sino porque es caro de narices, pues eso, que aquí me hallo, mirando a través de la sempiterna ventana.

No imagines que da a unos amplios jardines, o que contemplo la sierra desde un lugar privilegiado, no, muy al contrario, solo veo ventanas, muchas ventanas, con las persianas cerradas, con las persianas abiertas, con cortinas, sin ellas, con visillos, con cristales limpios, o sucios, o… dios sabe que, lo cierto, es que me imagino lo que en cada una de ellas sucede, la imaginación, de momento, está exenta de impuestos, o eso creo, por ello, veo cada marco, supongo que de aluminio y creo una imagen mental, la pérfida mujer que todo lo espeta, lo colecta y después saca al aire, el airado marido que lo vigila todo, los estudiantes que hacen de todo menos estudiar, la familia con la hija ligera de cascos, en fin, te puedes imaginar lo que quieras, y algunas veces, le pones cara, si, increíblemente, de vez en cuando, amanece una cara por el marco, si, es increíble en esta sociedad en la que cada vez somos mas nosotros y menos comunidad, donde te mueres y si no hay nadie contigo, te encontrarán como el pescado, por el mal olor.

Negras bromas aparte, debo de reconocer que no conozco a casi nadie del bloque, más incluso de los que menos colindan conmigo, que con los que me matan a golpes, o a los que molesto, yo, seguro, sin darme cuenta.

Una pena, la soledad gratis, eso significa que nos hemos vuelto unos búhos, y lo peor es preguntarse el por qué, quizás porque cada vez somos más egoístas, más malvados, más huraños, más cotillas, más desalmados, no lo sé, pero desde luego, la convivencia ha desaparecido con la frase de “tendrás que vivir con ellos mucho tiempo”, y tienen razón, que en cualquier portal te sale un desalmado que te hace la vida imposible.

Concluyendo, esta es una forma de vivir que no apetece, pero que todo el mundo, o casi todo, vive, lo mejor, desde luego, la soledad de muchos metros cuadrados en un lujoso chalet, aunque tampoco, todo tiene su cara, y también su cruz, aunque algunas veces, una de las caras es más pesada que la otra.