95 Reunión

– ¿Que querías, Márquez, con tanta premura?

             Luis lo mira, está cambiado, más delgado, con cara de cansado, lo mira extrañamente, como si no fuera el mismo.

-Dime, ¿o te vas a pasar callado toda la tarde?, recuerda que el que me ha pedido que nos reunamos rápido, has sido tú.

             Se frota las manos, Luis lo mira, no es el Márquez con el aplomo de un ser que parecía no tener nervios.

-Es sobre lo del equipo.

– ¿Qué quieres decir?, Márquez.

– ¿Aún quedan plazas en tu equipo, Monforte?

             Luis niega con la cabeza.

-No, lleva ya cerrado mucho tiempo, de hecho, las prácticas de coordinación se han terminado, es sólido, o por lo menos eso parece.

– ¿Tenéis operaciones en el extranjero?

-Sí, -asiente Luis-, y en España también, vosotros también, supongo.

             Márquez niega con la cabeza.

-Maestre se equivocó de cabo a rabo, apenas te fuiste se cayeron muchas, pero parecía que solo eran cosas del ajuste entre un cirujano u otro, pero un par de operaciones que no fueron…, -levanta la cara y sonríe con pena-, “adecuadas”, por no decir otra cosa, y todo cambió, se cayeron todas, la que no se fue rápido, lo hizo al poco tiempo, incluso los que tenían dinero dado para la operación, prefirieron perderlo a quedar en manos de yernísimo, que no es ni tan siquiera bueno.

-Supongo que tú eres mejor cirujano que él.

             Márquez asiente.

-Como si eso fuera importante, no tengo los amarres del sinvergüenza ese, que apenas levanta un palmo y el suegro lo lleva a las alturas, el golpe ha sido terrible, ni una sola, nada, supongo que te las has llevado todas.

             Luis niega con la cabeza.

-No, que yo sepa, sabes que no me interesa el tema del dinero, solo intervenciones, esas si me las preparo bien, lo que si es cierto, es que no puedo coger ni una más los próximos seis meses, entre la jefatura y el extranjero, no doy abasto.

-Como me equivoque contigo, Monforte, tenía que haberme ido contigo.

             Luis lo mira, se alegra, no tiene ese corazón, pero se alegra.

-Márquez, más me sorprendí yo de que te quedaras en el hospital, yo lo vi, no claro, nítido, supongo que saltar de un lugar a otro no es de alegrase, pero quedarse cuando suenan los cuchillos…

– ¿Esperabas que me fuera contigo?

-Cien por cien.

-Supongo que te dolió.

-No, no somos tan cercanos, me decepcionó, formábamos un buen tándem, pero me he dado cuenta de que el tándem se forma con gente que es válida y quiere, mi ayudante ahora, una médica, funciona conmigo como un reloj.

– ¿No hay posibilidad?

             Luis niega.

-No, todos los equipos están cerrados, pero si hay alguna vacante, te llamaría inmediatamente, -miente, sabe que faltan médicos, pero le dolió cuando se quedó prácticamente solo.

             Márquez lo mira, no dice nada.

-Márquez, ¿tan mal está la cosa?

-Sí, tan mal, no, peor, ya no piso casi el quirófano, la culpa de la torpeza del yernísimo es mía, ya sabes, lo importante no es tener un fallo, si se tiene a alguien a quien culpar, y ese soy yo.

– ¿No lo imaginabas?

-No soy tan listo, o…

-Yo lo vi, no soy muy listo, en el resto de la vida no me entero, pero en el color blanco de las salas de los hospitales, es como si mi cerebro funcionara de otra forma, hubiera durado allí alrededor de un año, después me hubiera quedado sin nada, quizás ayudante, pero en otro sitio, olvidado, sin referencias, no hacía nada bien, lo descubren después…, lo que es una labor de zapa.

-Yo no me lo creía, tengo, tenía, -sonrisa triste-, buen nombre, no creí…

-Es política, la que debe de saber jugar un gestor, nosotros no somos así, de hecho, en una pelea como la que ha hecho Maestre, no duraríamos nada, lo que has durado, ¿y el resto del equipo?

-Cada uno, por un lado, no queda nada.

– ¿El equipo del yernísimo ya no tiene a nadie del primitivo con el que comenzó?

             Márquez niega.

– ¿Ni tan siquiera los anestesistas?

             Nueva negativa.

– ¿Ni material?

             Márquez niega de nuevo.

– ¿No ha venido nadie antes que yo?, pregunta Márquez.

-No, -le responde Luis-, por lo menos que yo tenga constancia, lo cierto, es que, durante el tiempo de selección y preparación, no he tenido tiempo para nada.

-Te agradecería…

-No te preocupes, Márquez, en el momento que sepa algo…

             Márquez se levanta, le da la mano, él se incorpora, le da un abrazo, y ve como se aleja, mientas piensa, que mientras viva, mientras tenga oportunidad, no estará al lado del que lo dejó tirado ni un segundo, no es venganza, es que el que hace una acción, tiende a repetirla, cuando no conoces este proceder, te lo comes, si lo sabes y no te enteras, es tu culpa, y él, está cansado de hacer el tonto, y sin darse cuenta lo despide para siempre, pues sabe que aun en el caso en que lo vea, ya no será el Márquez de las complicadas operaciones, sino algo intranscendente que no significará nada, por lo menos nada bueno, suspira, la vida sigue, el teléfono suena, Márquez pasa a ser una sombre olvidada que solo se recordará…, no, no se recordará.

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