81 Consultas

Luis espera de nuevo, pero esta vez es en un reservado en el centro, esperando a lo que fue su equipo, y a algunos más, la excusa es invitarlos a comer, quizá alguno se imagine que es para lo que es, pero le da igual, es comunicarlo, si tiene que crear un nuevo equipo quirúrgico, lo hará, tardara más, pero solo eso, siempre se encuentra a alguien que sustituya a otro, nadie es insustituible.

             Van llegando, cada uno con su historia, también falta alguien, que llama excusándose, a última hora, nada le interesa de lo que él diga, y haciéndolo así, no hay oportunidad de que lo obliguen a ir, es como lo de me han comido los deberes el perro, cuando no tienes, y sonríe.

             La comida buena, en el restaurante, uno de los mejores de la ciudad no te equivocas, la sobremesa magnífica, es un reservado, nadie molesta, y los licores corren por todos los asientos, en un lugar donde se fuma, donde está prohibidísimo, pero hay clientes y clientes.

-Ahora, -todos se callan cuando comienza a hablar-, es cuando os tengo que comunicar algo, como habréis esperado algunos de los que estáis, que o me conocéis mejor, o que sois más listos que el hambre, -enciende un cigarro-, sé que algunos no han venido, no sé el motivo, pero supongo que no querían saber nada del que se ha largado, -mira a todos lados, silencio, parece que tiene razón.

-El caso, es que me han ofrecido un puesto importante, el de jefe de cirugía en el nuevo hospital.

– ¿En el monstruo que construyen al lado del Universitario?, -pregunta Magdalena, su ayudante quirúrgica.

             Luis asiente.

-El mismo, con el poder de controlar todo el departamento de cirugía del hospital, que tiene casi el triple de quirófanos que en el que estáis ahora mismo, además, he estado allí, impresionante, se han dejado el dinero a manos llenas, señal de que vienen con ilusión de hacer dinero, y eso a pasar de su inmundicia, es bueno para nosotros, médicos, que, a fin del cabo, solo somos simples asalariados.

             La mayoría sonríe, se creen dioses en la tierra, los conoce, y también que le da igual mientras trabajen bien y no hagan el estúpido.

-Por ello, os he reunido aquí, para saber quiénes, si hay alguno de vosotros que quisiera unirse a mi nuevo equipo quirúrgico allí, además de las demás bondades que pueda hacer en mi nuevo puesto, donde tengo más poder, me han prometido que será mínimo el diez por ciento de subida para cualquiera de vosotros, eso es el comienzo de la negociación, ¿qué me decís?

             Se miran unos a otros, no dicen nada, nadie rompe el hielo, es como si les hubiera echado un jarro de agua fría, parece que incluso los que lo han imaginado, no se lo creían, pero ahí lo tienen, y Luis sonríe depuse de darle la última calada al cigarro que está apagando.

-Yo, si me dan condiciones, me voy contigo, Luis, es Mariana, su ayudante de enfermería.

             Luis sonríe.

-La primera, bienvenida, si te dan lo que quieres, no lo hagáis por compromiso, el que quiera, sé que la mayoría estáis hechos al hospital donde trabajáis, si no hay nadie más…

             Galante, educado hasta el final, levanta la mano.

             Luis sonríe.

-El más aplicado de la clase, ¿qué quiere decir?

– ¿Cuentas conmigo?

-Claro, Galante.

-Pues sigue contando, no me gusta donde estoy, el yernísimo es un gilipollas que asegura que sabe más que yo, no confío en él, como supongo que él no confía en mí, así que si me dan solo ese diez por ciento, me largo.

-Bienvenido, amigo.

             Galante sonríe.

             Luis mira a todos lados, pero nadie más.

-Déjalo Luis, -es Galante-, Márquez sigue en su puesto, como los demás, el yernísimo los joderá a todos, las equivocaciones se las comerán ellos, pero la vida es así, más vale lo malo conocido, que lo bueno por conocer.

-Lo entiendo, -está decepcionado, pero intenta no parecerlo-, lo entiendo, cambiar siempre es un problema, así que, -levanta la copa-, por el futuro, -sonríe de nuevo-, donde sea que nos pille.

             Las copas se levantan, en la mayoría de los casos, sin ganas, sin fuerza, es compromiso, solo eso, salvo los que se van, que tienen más fuerza, pero mucho más nerviosismo, la nave zarpa, y solo quedarán dos marineros de los que hicieron viajes con él, Luis suspira, no esperaba lo que ha pasado, pero como siempre, le da más valor del que tienen a los que tiene cerca, es lo que hay.

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