66 Lugares Extraños

El hotel es majestuoso, una parte de Johannesburgo es increíble, la otra parte también es increíble, pero por la miseria que hay, a su alrededor gente de todas las etnias, pero más de la de ojos azules y cabello rubio en el país de los negros más negros.

             Es el Marriott Hotel Melrose Arch, una maravilla arquitectónica que no recuerda nada que no se vea en Europa, pero allí, donde todo es diferente, si resalta, como una moneda de plata entre las de cobre.

-Esto no está pagado con nada, Monforte.

             Luis lo mira.

-Cuando cogiste el regalito de la última, no dijiste nada, ¿qué sucede ahora?

             Márquez lo mira, se da la vuelta, levanta el vaso, pide otro, es el tercer whiskey.

-Mañana tenemos faena, no lo olvides.

-Solo soy el ayudante de San Luis.

-No me los toques.

-No es eso, estoy bien, menos responsabilidades, pero lo que es, es.

-Supongo que sí, -mira el vaso-, la verdad es que estoy de cola hasta más para ya, y a esta hora, -mira las cristaleras que dan un cielo oscuro-, sin cafeína, sin nada que me excite, que siempre duermo fatal, y mañana, faena, que, además, Márquez, nos pagan como si fuera de oro, el paciente, que lo es, que tenemos que ser buenos, porque los anglos, no nos quieren ni regalados.

-El que operamos es negro.

-Sí, pero criado por los anglos, los mismos prejuicios, a mí me da igual, intentaré salvarle la vida, solo eso, después que hacienda haga los destrozos necesarios para que se te quiten las ganas de seguir operando fuera.

             Márquez lo mira.

-San Luis indignado, -sonríe-, lo que me faltaba por ver.

-Sí, supongo que sí, ¿crees tú que venir a trabajar al quinto pino, es de gusto?

-Pues muchos darían un cojón por hacer lo que tú haces.

-Pues que vengan, a mí me da igual.

-Eso es lo que los mata, que lo haces como si no fuera nada, cuando ellos se ahogan en la envidia.

-Es su problema.

             Ya están en el avión, Márquez mira a Luis, que duerme como un bendito, el que decía que le costaba trabajo, nada más que el pájaro levantó el vuelo, se quedó frito, tanto que ni ha comido, lo ha intentado despertar, pero no, imposible, como un tronco, y se sorprende de como el que le da igual todo, haya hecho una operación de las de libro de texto, que ha dejado a todos lo que la han visto con la boca abierta, cuarenta y ocho horas después, cuando todo parece estar bien, para España, se arrebuja en el asiento de primera, si, ha ganado dinero, mucho dinero, al final va a estar bien eso de viajar, cada vez es más dinero, cada vez, lo más importante, los regalos debajo del radar son más importantes, y sabiendo quien es, se pregunta dónde echa el dinero.

             Luis llega a casa, son las cuatro de la mañana, el puñetero jet lag, el dormir en el avión, lo vuelve loco durante unos días, enciende las luces, sonríe, todo ha cambiado, lo ha pintado todo, parece más grande, las lámparas son modernas, dan más luz, el sofá ahora no es algo vintage de sky, es algo que parece caro, blanco, como el moderno aparador que no lo parece, entra en la cocina, si, lo han cambiado todo, hasta el microondas, que era lo único que funcionaba; abre el frigorífico de dos puertas, está lleno, toma un tetrabrik de leche, bebe a morro, las buenas costumbres que no se olvidan, pasea por la casa, todo está bien, hace de tripas corazón y entra en la habitación de su hija, si, está como estaba, pero pintada, limpia, es la única en la que no han cambiado los muebles, incluso el tocador juvenil lo han reparado, que lo compraron de segunda mano y ya estaba roto; se sienta en la cama, y mira la cara de una niña que sonríe enseñando las faltas entre los dientes, junto a su esposa, a la que se parece como si fueran hermanas, y sonríe, después llora, se levanta, pensando que está loco, se va a su nuevo dormitorio, con el maravilloso colchón que todo lo vale, y se deja caer, no hace frio, pero se echa un sábana, y mira al techo, que ahora incluso a la tenue luz del despertador, es blanco, de un blanco que dañaría a los ojos si encendiera la luz, y durante un momento parece que todo está bien, pero comienza el zumbido, es el tinitus, que durante el viaje le respetó un poco, ahora, vuelve como el viejo amigo que quieres echar pero no se va, suspira, piensa que música poner, bebe del tetra de nuevo, y se incorpora, mira a través de la ventana, que le ofrece la maravillosa vista del bloque de enfrente, y una pequeña parte del parque, que llora sin luces, abandonado como la mayoría del barrio, y suspira, si, lo sabe, la noche va a ser larga, pero al final, pasará, como todo en la vida, solo pasará, y se perderá en la inconsistencia de lo que no es importante, ya nada lo es, para él, ya nada es importante, nada, y bebe del tetra, y mira a la ventana, y sabe de la noche larga, que se olvidará…

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