
Acaba de llegar del banco, ha dejado cuatrocientos mil en cada una de las dos cajas que tiene desde hace años, ha avisado que llega tarde, pero apenas pone los pies en el hospital, Márquez, que lo está esperando.
-No tenemos operaciones esta mañana.
-No es eso, Monforte, vamos arriba a fumarnos un cigarro.
-Tu no fumas.
-Me acabo de enviciar.
Luis se encoge de hombros, se imagina de que va la historia.
Llegan arriba, es temprano, no es invierno, pero el aire, allí arriba, corta el resuello, Luis enciende un cigarro.
-Cuéntame que sucede.
– ¿Te ha llegado a casa un tipo raro con un maletín?
Luis lo mira, asiente.
– ¿Dinero?
Luis vuelve a asentir.
-Joder, joder, que no es un regalo de mil euros, que se entiende, o incluso diez mil, no doscientos cincuenta mil euros, la hostia, ¿qué hago con ellos?
-Ve a Hacienda, les explicas que los has encontrado tirados en el suelo, lo mismo te nombran gilipollas del año.
– ¿Tu que vas a hacer?
– ¿De qué?
-Con el dinero.
– ¿Que dinero?
Márquez se queda a cuadros.
-Eso es lo que tienes que hacer, que no se entere ni dios, no gastes mucho, ni coche nuevo, ni tonterías de las gordas, un viajecito, un caprichito, y los gastos comunes que se hacen con eso, ¿o nunca te han regalado nada?
-No es eso, pero es que es delito…
-Sí, si te pillan, ¿has pensado en devolverlo?
-Sí, los cojones, -calla un momento-, además, ¿devolvérselo al accionista más gordo del lugar donde trabajo?
-Pues eso, no se lo dices ni a tu mujer, a la caja de seguridad, a un agujero en el campo, lo que sea, ayuda a los necesitados, a la parroquia, a quien sea, tíralos si quieres, pero no le ladres a la luna.
– ¿Qué quieres decir?
-Que no se entere nadie, no seas alma de cántaro, ¿tú sabes lo que tardaría alguno de tus queridos compañeros en denunciarte a Hacienda, por envidia, por creer que no lo mereces, por ser un ciudadano ejemplar?, realmente, porque él no los tiene, ni los tendrá.
-Tienes razón, joder, que se me ha ido la pinza.
-Con los nervios que tienes operando.
-Lo sé, pero se me presentó en casa.
– ¿Estabas solo?
Márquez asiente.
-Esos saben hasta chino, si vas a Hacienda, manda a alguien a quien no quieras, esos saben si te mueves y a donde.
-No me jodas.
-Si haces un favor a alguien y lo quieres joder…
-Sí, es cierto, a mí no se me ocurriría.
-Pero a ellos sí, guárdalos, y si quieres no los gastes, solo un favor.
-Pide.
-No quiero volver oír hablar más del puto dinero, si no quieres operar más conmigo fuera del hospital, me lo dices.
-No es eso…
-Joder, ¿que si quieres operar conmigo fuera o no?
-Sí, claro, por supuesto.
-Pues te metes la lengua en el culo.
Márquez asiente, le pide un cigarro a Luis, lo enciende, tose, nunca ha fumado, hasta ese día.