38 Un Hermano Cariñoso

-Nieves.

– ¿Qué quieres?, este no es lugar para hablar, es mi puesto de trabajo.

-Me la suda, eres una mierda de enfermera, solo sirves para limpiar culos.

-Lo que tú digas, y baja la cabeza, no vayas a rayar con los cuernos el techo.

             Nieves sonríe, sabe que a su hermano recordarle la infidelidad de su futura esposa, es ganas de freírlo en aceite hirviendo.

-No me jodas, imbécil, que la tenemos, a mí no me despiden de aquí.

-Claro, estás en el despacho de Papá, como si valieras para algo.

-No me jodas, enana, no me jodas, ¿qué pasa con Ramón?

– ¿Qué quieres que pase?

-Que me dice que no le contestas las llamadas, que el otro día fue a saludarte y saliste disparada.

-Sí, es que le huele el aliento.

-No seas gili, dentro de poco os casáis, ¿qué vas a hacer?, joderlo todo, Papa tiene mal perder, y Ramón es amigo mío.

-Pues cásate con él.

-Haber dicho que no, siempre serás la más imbécil.

– ¿Que te crees que le dije a todos?, que no, pero os da igual, pues nada, seguid con vuestra historia.

-Te jodemos.

-Pues hacedlo, estoy cansada.

             La coge del brazo.

-Suéltame el brazo, o te pego una patada en los huevos que salen cáscaras por todos lados, ¿qué te atrevas a ponerle la mano encima a tu hermana, no te da vergüenza con todo lo grande que eres?

             Alfredo la suelta, ha sido instintivo.

– ¿Qué me dices?, y terminamos ya.

-Que me olvidéis todos.

             Nieves aprovecha el conocimiento del hospital y se pierde mientras su hermano la busca por todos lados.

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