
– ¿Cómo van las cosas?, cosita linda.
Candela sonríe, está enamorada del doctor, que la mira como nadie la ha mirado, es un ángel, no, un súper hombre, tiene que curarse, que criarse bien, tiene que conquistarlo.
-Bien, doctor Monforte.
Le toca la cara, le aprieta las manos.
-Ya he visto la revista ilustrada de Candela, te lo he visto todo.
Candela se ruboriza.
-Quiero decir los TACS, no seas cochina.
La madre sonríe, que diga lo que quiera, ha salvado a su niña, es dios en la tierra.
-Estoy bien.
-Como lo que eres, una cosita linda, que merece llegar a ser la flor más bonita.
Más rubor en las mejillas, se gira.
– ¿Qué me dices?, Galante.
-Todo bien, control a tope, -responde-, es Candela, la mujer maravilla.
Aún más color en las mejillas, sabe que Galante es como ella, no como el doctor Monforte, lo sabe, sin saber por qué.
-Manuela, ¿podemos hablar fuera?
La madre sonríe, se levanta, pero el estómago le gruñe como un gato en celo, araña, hace daño.
-No te asustes mujer, que sé que estás sola, la conversación en mi despacho debería de haber sido, pero no quiero que Candela se quede sola.
– ¿Tan malo es?
-No mujer, no, todo lo contrario, pero avisándote.
– ¿De qué?
-De lo que te dije, la niña responde como un reloj, el de arriba nos la deja más tiempo, una flor más, pero ya sabes, obsolescencia.
– ¿Qué es eso?
-Que, dentro de diez años, aunque los aparatos que le he puesto funcionen como relojes suizos, hay que cambiarlos por nuevos, que harán nuevas funciones, serán más fiables, todo para bien, pero también una operación, desagradable, con miedo, con recuperación…
– ¿Tan peligrosa como…?
Luis niega.
-No mujer, no, solo cambiar, como cuando vas al taller mecánico a sustituir el aceite, el problema es cuando se rompe la bomba de aceite, eso tiene trabajo, pero cambiar el aceite, se hace todos los días.
La mujer le coge las manos, se las besa.
-Si no hubiera sido por usted.
Luis las retira.
-Olvídame, Manuela, a cuidar de la bella Candela, que tiene que florecer.
-Está loca por usted.
Luis sonríe.
-Que sane, que sea la mejor versión de una niña preciosa, eso es lo único importante, te dejo, ya vendré menos, ya sabes, el viejo doctor, que lo esclavizan.
Manuela ha oído de todo, y sabe que es mentira, que opera porque quiere, que hace más de lo que debería, que cura gratis, que es de lo que no existe.
-Que dios lo bendiga.
-Ha bendecido a tu hija, Manuela, ¿hay algo mejor que eso?
La mujer sonríe, si, es un santo, ve como se aleja, mientras habla con un médico que se le cae la cara de guapo, y que va dejando una señal de aceite por cualquier lugar por donde pase.