26 Mi Pobre Hermano

– ¿Qué me respondes?, -Inma sonríe, le coge de las manos.

-No puedo, mi hermano…

             La cara de la mujer cambia.

– ¿Qué le pasa ahora al gilipollas de tu hermano?, tienes la oportunidad, un taller nuevo, mi padre te pone la pasta, y a ganar dineros, nos casamos, muchos hijos, y la tranquilidad, Ernesto.

             Ernesto la mira a los ojos.

-Sabes que me tienes loco…

-Lo sé, me duele abajo todos los días, ¿qué mejor termómetro que el chichi?

-Que cochina eres, -sonríe Ernesto-, pero Luis tiene que terminar medicina, como sea, va a dejar el taller, le he prometido a mi padre…

             Inma le suelta las manos, lo mira con furia.

-Con todo lo grande que eres y pareces subnormal, tu hermanito, tiene novia, que lo pague ella.

-Es lo que ha querido Nieves.

-Es una puta, ¿seguro que lo hubiera hecho si lo hubierais querido?

-Sí, te aseguro que sí.

– ¿Que es?, ¿qué te gusta la puta de la Nieves?

-No es eso, es mi hermano.

– ¿También vas comprarle condones a la puta de tu hermana?

-A Sita, ni mentarla, que con todo lo que te quiero te reviento la cara.

             Inma sabe que se ha equivocado, de momento con los cojones no le gana, llora.

-No me quieres.

-Si te quiero, está en cuarto, le quedan dos años, después, -le levanta la cara-, un futuro memorable, mientras te sigo rompiendo el chichi.

             Inma sonríe, después niega con la cabeza.

-Ahora será tu hermano, después tu hermana, después…, -sonrisa triste-, cualquier gilipollas, has nacido tonto, eso no lo cambia nadie como no sea fundiéndote de nuevo, y yo no estoy por la labor, quiero vivir una buena vida, quizás se me muera el chichi, pero me da igual, Ernesto, metete a cura, que te den por la trasera, hemos terminado.

             Ernesto la mira, fijamente.

– ¿No tienes nada que decir?

-No, tu, tu camino, yo, el mío.

– ¿Que esperabas, que me muriera enterraíta en mierda, en grasa, contigo?

             Ernesto niega con la cabeza.

-No, ya me lo dijo mi madre, esa no es buena, -Ernesto sonríe-, es lista, mi madre es lista, y además tienes dinero, que han permitido que te malcríen, soy un puto Monforte, gilipollas como pocos, pero mis hermanos son de mi sangre, -se recorre el brazo-, la que recorre mis venas, eso sí es importante, que tú te vayas, cuando sabía que te irías, eso no es importante.

             Una bofetada, suena como una pedrada en una chapa, el bar se para, Ernesto sonríe.

– ¿A que estoy duro?, solo se pondrá colorada, la cara, y poco, así que, buena suerte, Inmaculada, encuentra un gilipollas que haga lo que tú quieras, aquí hay demasiados huevos como para querer aplastarlos.

             Inma mira cómo se va, lo quiere con locura, la lleva al cielo, la hace reír, pero es un desgraciado, un muerto de hambre, un miserias, levanta la mano y encarga otro pastelillo de crema, que allí están soberbios.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *