20 Hermanos

-Medicucho, me han dicho que estabas con una pava que estaba de buena…

             Luis mira a Ernesto, su hermano, un amasijo de músculos.

-Cuando termine de colocar el palier, te voy a dar hostias como panes.

-Ya, tú, ¿y cuantos más?, ¿es en serio?

-Como un luto, capullo, para hablar de ella, tienes que lavarte la boca.

-Padre, padre, -grita Ernesto-, ven.

             Aparece el viejo Ernesto, tan fuerte como Ernesto hijo, pero más cansado, más quemado, más gris.

-El niño, el medicucho, el medio aborto, que se ha ennoviado.

             Ernesto padre se acerca, no se coloca debajo del elevador, malas experiencias que siempre las hay.

– ¿Que Luis, te ha llegado la hora?

-Espera que termine con el palier.

-No seas capullo, que, si es así, me alegro.

-Sí, Papá, sí, pero han aguantado demasiado esto, su puñetera madre, -se oye un gemido de fuerza-, el hijo de puta entró.

– ¿Quién es?

-Si padre, que delante de Tito poco pito, te lo voy a decir, que se está cachondeando hasta que le dé un infarto y lo deje tirado, para que boquee hasta que la palme.

             Ernesto hijo se acerca.

-No seas capullo, que me alegro, yo ya tengo novia, creía que tenías retraso, o que eras maricón, lo último más bien, pero si levantas, aunque sea un poquito, me alegro, ¿le pasa algo, oligofrénica, retrasada, no está entera, minusvalía completa?

             Luis lo mira.

-El día que te tenga en la mesa de operaciones, rajaré y me mearé dentro, aunque no vuelva a operar más.

-Nene, -le dice Ernesto padre a su hijo-, si te metes más con Luichi, -le jode que lo llamen así-, te pego una hostia, que hay que coger el todo terreno para ir a buscarte, dime si se mete contigo, que lo capo, y ahora, ¿quién es la niña?

-Nieves, -parece que ha soltado un riñón.

– ¿Que hace, estudia, trabaja?

-Está en primero de enfermería.

-Eso es bueno, -interviene Ernesto hijo-, alguien en la familia que pueda curarnos.

             Luis mueve la cabeza.

-Padre, coge el móvil, tráemelo.

             Ernesto padre hace lo que le ha pedido Luis, que se quita el guante, lo desbloquea y busca, después le enseña una foto.

-Coño, que tía más guapa, -suelta sorprendido Ernesto hijo-, que no sepa que estás medio gilipollas, que no la mereces.

-Eso es seguro, Ernestito, seguro.

-Me alegro, -le dice al final su hermano-, tanto estudiar, tanta paja, es mala.

-Que capullo eres.

-Déjalo Ernesto, sí que es guapa, y además si es simpática, ten cuidado, tu no vales nada.

-Padre, yo soy tu hijo.

-Supongo que sí, es broma, tráela, quiero conocerla.

-Sí, para que tenga que matar a mi hermano.

-Y la alegría a madre, ¿cuánto lleváis?

-Va para el año, padre.

-Que callado se lo tenía el capullo, papá, ves cómo es tonto perdido, pero solo lo parece, realmente, es subnormal.

-Tráela, que yo le pongo las pilas al jamelgo de tu hermano.

-Lo que tú digas, Papá.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *