
-Buenos días, -Luis mira a la mujer, impresionante, no parece que esté enferma, sonríe.
-Dime Galante, ¿qué sucede?, -continua sin dar tiempo a más-, tengo que estar en la unidad en segundos, ¿qué me has quitado?
-Aquí la señora, -señala a la mujer-, tiene una complicación, importante, en el corazón, querría que me dieras tu opinión sobre ello.
– ¿Todas las pruebas?
Galante asiente.
Se va al lado de Galante comienza a ver, pasa con el teclado las imágenes, después las del TAC, de la eco, de mil cosas, más de quince minutos, después mira a la mujer.
-Mucho riesgo, supongo que se lo habrán dicho.
La mujer asiente.
-Lo sé, no me ha salido en dos días, lo importante, su amigo cree que es un mago, ¿podría salvarme?
-No sé, no soy el mago que espera, lo que he visto no me preocupa, lo que realmente me preocupa, es lo que no se ve, los contrastes, las tomografías, las eco, no lo dicen todo, abres y te encuentras algo que no esperas, ese es el momento que nos quita la respiración, que nos mata, cuando todo lo que tenías en la cabeza, cuando toda la estrategia desaparece.
– ¿Que me dice?
-No sé, es un juego, un maldito juego, con lo que veo, complicado, pero si, muchas posibilidades, con lo que no veo…, -la mira a los ojos-, un juego malvado, en el que no se sabe por dónde va a salir.
– ¿Usted qué haría?
Luis levanta la cabeza, suspira.
-Fácil, es mi opinión, que no se puede transpolar, me quedarían, con lo que he visto, unos meses de vida normal, después languidecer hasta morir, pasando por un período de dependencia de los malos, perdóneme la franqueza, me operaría, no hay atajos, es el camino que queda si no lo hace.
– ¿Me operaria usted?
-No creo, existen mejores que yo en cardiotorácica, mucho mejores.
-El doctor, -señala con la cara a Galante-, me asegura que es el mejor que puedo encontrar.
-Cosas de amigos, -sonríe Luis-, no, hágame caso, pregunte, pida opiniones, yo mismo le puedo facilitar una lista…
-Si le pidiera que me operara usted, ¿qué diría?
-Que se la juega con un cirujano de provincias.
-Pues que así sea, ¿cuándo?
Luis se queda mirando.
-Ya lo tenía decidido.
La mujer asiente, no sonríe.
-Sí, son muchos años, genético, imagine si sé del asunto, así que aquí estoy, esperando que me diga que sí, tiene…
Luis asiente.
-Sí, no es que tenga cojones, si es lo que quiere decir, quiero salvar a los máximos que pueda, solo eso, si le vale, bien, sino, tengo que seguir con la tarea.
– ¿Cuándo?
Luis mira a Galante que asiente.
-Mi compañero programará la cirugía, será larga, peligrosa, cansina, con mil riesgos, pero nos da una esperanza, supongo que, en poco tiempo, días, -mira de nuevo a Galante.
– ¿Cómo andas estás semana?
-Como siempre, busca un hueco con Mariana, y rápidamente al quirófano.
La mujer lo mira.
-Dejo mi vida en sus manos.
-Sí, siempre es lo mismo, la cuidaré como si fuera la mía, como siempre.
-No espero menos.
Luis asiente, se levanta y se marcha.
– ¿Que me dice, doctor?
-Que, si Luis dice que sí, yo voy al infierno.
-Pues nada, vayamos, ¿Cuándo?
-Un par de días, se leer a Luis, no quiere esperar ni un minuto.
-Pues hagámoslo.