
-No me mires así, sigue corriendo.
-No, gracias, -sonríe Luis-, quiero que sufras, la sonrisa que pusiste cuando me dio el flato, me la tienes que pagar.
-Eres rencoroso, como una alimaña, -Nieves lo mira con odio.
-Sí, Doña Nieves, el pobre mecánico, nacido en el arroyo, le da a la prepotente.
Nieves respira con dificultad, pero sonríe.
– ¿Cuando me vas a pedir de salir?, -Nieves tiene la cabeza baja, le da vergüenza, pero más miedo el perder al mecánico, como el mismo se llama.
-Yo, -carraspea-, te lo iba a pedir, pero eres mil veces más que yo, guapa, magnífica, increíble, eso sí, corriendo no eres lo mejor.
Nieves levanta la cabeza, sonríe.
-Que mamón eres.
-A partir de ahora tu mamón, aunque pronto serán muchos mamones que tendremos, ¿familia numerosa?
-Por supuesto, soy católica, ya sabes, a los que vengan.
-Me has acojonado, -sonríe Luis-, pero si quieres eso, arreglaré mil coches.
– ¿Cuándo quedamos?, que quiero verte en algo que no sea ese cochambroso chándal con mil años.
-Pues es un clásico vintage, mi hermano mayor lo tuvo años, imagina, una subasta, una pasta.
-Lo que tú digas, ¿me invitas a desayunar?
-Sí, -la mira-, si, estás perfecta, pero no debes de comer mucho, estás perfectamente delgada.
-Sí, espera que me veas comer, torpe.
-Lo que usted diga, Doña Nieves.
Un bar moderno, para desayunar los pijos.
– ¿Aquí se puede comer sin dejar un riñón?, Nieves.
-Invito yo, tieso.
-No es eso, es que tengo una capacidad crediticia como la de un país africano.
-Vale, y déjate ya de lo de mecánico, ¿que eres?
-El hijo de un mecánico, talleres Ponderosa, pedazo de nombre, de mi padre.
-Venga ya, con lo que hablas, tú no eres un mecánico.
-Supongo, -sonríe-, sí, he terminado selectividad, el mes que viene entro en medicina.
-Venga ya, -sonríe-, ni loco, con la nota de corte…
Luis asiente.
-Sí, el primero en entrar, los demás que se jodan, ¿y tú?
-No quiero responsabilidades, Enfermería, al lado de donde estudiarás, si es verdad, no termino de creérmelo.
-No miento, bella Nieves, ni aunque pierda dinero, es recorrer dos veces el mismo camino, y con mas vergüenza.
-Que listo eres, ¿de verdad que has sacado la nota de corte?
Luis asiente.
-Por encima, el primero, tuve suerte en la selectividad.
-Pues yo no, Enfermería, pero no quiero ser médico, aunque mis padres no lo entienden.
-Que se jodan, lo siento, pero tú puedes ser lo que quieras, serás la mejor.
Nieves se sonroja, lo mira.
– ¿Qué quieres?, hijo de un mecánico con la mejor nota de corte de la facultad de medicina.
-Tus días, tus noches, tus anhelos, tus lágrimas, tus risas, todo, quiero todo.
-Joder, que me has dejado sin respiración, -sonríe-, que golfo eres, ¿a cuantas se lo has dicho?
Luis niega con la cabeza.
-No miento, eres la primera a la que se lo digo, y porque lo siento, a otras, no eres la primera, les he dicho lo normal, a ti, no sé…, me tienes embrujado.
Nieves lo mira, si es cierto, la puede volver loca el larguirucho que le acaba decir que es más inteligente que ella, y que se le cae la cara de guapo, y que le enciende el corazón, pero…
-Ya veremos, ya veremos.
-Ya lo verás, ya lo verás.
Nieves sonríe y asiente, mientras se mete en la boca un trozo de tostada con aceite más grande que ella.