11 Juegos de Verano

-No me mires así, sigue corriendo.

-No, gracias, -sonríe Luis-, quiero que sufras, la sonrisa que pusiste cuando me dio el flato, me la tienes que pagar.

-Eres rencoroso, como una alimaña, -Nieves lo mira con odio.

-Sí, Doña Nieves, el pobre mecánico, nacido en el arroyo, le da a la prepotente.

             Nieves respira con dificultad, pero sonríe.

– ¿Cuando me vas a pedir de salir?, -Nieves tiene la cabeza baja, le da vergüenza, pero más miedo el perder al mecánico, como el mismo se llama.

-Yo, -carraspea-, te lo iba a pedir, pero eres mil veces más que yo, guapa, magnífica, increíble, eso sí, corriendo no eres lo mejor.

             Nieves levanta la cabeza, sonríe.

-Que mamón eres.

-A partir de ahora tu mamón, aunque pronto serán muchos mamones que tendremos, ¿familia numerosa?

-Por supuesto, soy católica, ya sabes, a los que vengan.

-Me has acojonado, -sonríe Luis-, pero si quieres eso, arreglaré mil coches.

– ¿Cuándo quedamos?, que quiero verte en algo que no sea ese cochambroso chándal con mil años.

-Pues es un clásico vintage, mi hermano mayor lo tuvo años, imagina, una subasta, una pasta.

-Lo que tú digas, ¿me invitas a desayunar?

-Sí, -la mira-, si, estás perfecta, pero no debes de comer mucho, estás perfectamente delgada.

-Sí, espera que me veas comer, torpe.

-Lo que usted diga, Doña Nieves.

             Un bar moderno, para desayunar los pijos.

– ¿Aquí se puede comer sin dejar un riñón?, Nieves.

-Invito yo, tieso.

-No es eso, es que tengo una capacidad crediticia como la de un país africano.

-Vale, y déjate ya de lo de mecánico, ¿que eres?

-El hijo de un mecánico, talleres Ponderosa, pedazo de nombre, de mi padre.

-Venga ya, con lo que hablas, tú no eres un mecánico.

-Supongo, -sonríe-, sí, he terminado selectividad, el mes que viene entro en medicina.

-Venga ya, -sonríe-, ni loco, con la nota de corte…

             Luis asiente.

-Sí, el primero en entrar, los demás que se jodan, ¿y tú?

-No quiero responsabilidades, Enfermería, al lado de donde estudiarás, si es verdad, no termino de creérmelo.

-No miento, bella Nieves, ni aunque pierda dinero, es recorrer dos veces el mismo camino, y con mas vergüenza.

-Que listo eres, ¿de verdad que has sacado la nota de corte?

             Luis asiente.

-Por encima, el primero, tuve suerte en la selectividad.

-Pues yo no, Enfermería, pero no quiero ser médico, aunque mis padres no lo entienden.

-Que se jodan, lo siento, pero tú puedes ser lo que quieras, serás la mejor.

             Nieves se sonroja, lo mira.

– ¿Qué quieres?, hijo de un mecánico con la mejor nota de corte de la facultad de medicina.

-Tus días, tus noches, tus anhelos, tus lágrimas, tus risas, todo, quiero todo.

-Joder, que me has dejado sin respiración, -sonríe-, que golfo eres, ¿a cuantas se lo has dicho?

             Luis niega con la cabeza.

-No miento, eres la primera a la que se lo digo, y porque lo siento, a otras, no eres la primera, les he dicho lo normal, a ti, no sé…, me tienes embrujado.

             Nieves lo mira, si es cierto, la puede volver loca el larguirucho que le acaba decir que es más inteligente que ella, y que se le cae la cara de guapo, y que le enciende el corazón, pero…

-Ya veremos, ya veremos.

-Ya lo verás, ya lo verás.

             Nieves sonríe y asiente, mientras se mete en la boca un trozo de tostada con aceite más grande que ella.

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