Los Almogávares

Los Almogávares

A pesar de que algunos intenten apropiarse del nombre de Almogávares como propio, en concreto los catalanes, este término, lejos de ser propio de ellos, es general en toda España entre los siglos XIII y XIV, y por supuesto, de origen hispano árabe.

Los almogávares fueron unas tropas de choque, espionaje y guerrilla presentes en todos los reinos cristianos de la península ibérica a lo largo de la Reconquista, formadas principalmente por infantería ligera.

Sobre el origen del nombre existen diversas teorías: Tiene su origen en el árabe المغاور al-mugāwir («el que provoca algaradas») o en المخابر al-mujābir («el portador de noticias») que en este contexto se traduce como «el que explora y comunica», y finalmente una tercera teoría sostiene que viene del adjetivo gabar, que se traduce como «orgulloso» o «altivo». Igualmente, los nombres de sus grados militares también proceden del árabe.

La primera referencia histórica documental aparece en la crónica «Ajbar muluk al-Andalus» o Crónica del Moro Rasis, la historia de los reyes de Al-Ándalus, escrita entre 887 y 955 por Ahmad ibn Muhamad ar-Razí, conocido entre los árabes con el nombre de Al-Tarij (el Cronista) y entre los cristianos como el moro Rasis. En su crónica, el historiador de Qurtuba (Córdoba) describe los territorios de Al-Ándalus, y al llegar al valle del Ebro, cita por primera vez en la historia la existencia de unas tropas llamadas almogávares presentes en la ciudad de Saraqusta (Taifa o Reino de Zaragoza)

“Y la ciudad de Saraqusta fue durante mucho tiempo cámara de los Almojarifes, y fue la escogida de los guerreros. Y cuando combatían la ciudad de Saraqusta, y combatían todos los alcalles y Almogávares, para ellos la escogían”.

Ahmad ibn Muhammad al-Razi, Ajbàr mulùk Al-Andalus

La palabra almogávar también se usó durante los últimos siglos de la Reconquista, en la frontera de Granada, para designar a las partidas de salteadores moros que desde el Reino de Granada atacaban las localidades fronterizas del Reino de Murcia y del Reino de Valencia.

A causa de la invasión musulmana de la Península Ibérica, las guerras de la Reconquista y las campañas militares de Al Ándalus, los pastores cristianos de los valles pirenaicos se quedaron sin poder utilizar en invierno los valles que habían sido ocupados. Para poder seguir subsistiendo, estos pastores se tuvieron que organizar en bandas de salteadores y penetrar en los dominios enemigos en busca de lo necesario para la supervivencia de los suyos. Durante estas razzias, que solían ser de apenas unos pocos días, los almogávares podían vivir del terreno y dormir al raso. La instrucción necesaria para poder actuar en esta lid les venía dada de su antigua vida de pastores, ya que la mayoría de ellos se había criado entre las más agrestes montañas, donde la dureza del clima hacía que la tierra no regalara demasiados recursos y hubiera que aprovechar al máximo los pocos presentes.

El inicio de la conquista de la ciudad de Córdoba por parte de almogávares es relatado por Argote de Molina.

“En el año 1235, los ricos hombres e hijos-hidalgos Adalides y Almogávares (que estaban en la frontera de este reino) ayuntáronse en Andújar e hicieron entrada en tierras de Córdoba, en que cautivaron algunos moros, de los cuales tuvieron aviso cómo la ciudad de Córdoba estaba muy descuidada, y que no se velaba ni recelaba de los cristianos.

Ante esta noticia tan favorable, se reúnen, Martín Ruiz de Argote, Domingo Muñoz, Diego Muñoz, Diego Martínez el Adalid, Pedro Ruiz de Tafur, Álvaro Colodro y Benito Baños, y acuerdan asaltar uno de los arrabales de Córdoba, dando aviso a Don Alvar Pérez de Castro.

Llegaron a Córdoba en la noche del 23 de diciembre de 1235, con gran audacia, sigilo y destreza montaron unas escalas trepando por ellas disfrazados de moros apoderándose de la hoy conocida Puerta del Colodro. El primero en trepar la muralla fue Álvaro Colodro, siguiendo a continuación sus compañeros de armas. Fue tal el éxito conseguido, que alcanzaron otras torres hasta llegar a la Puerta del Martos, quedado conquistada la Ajarquía cordobesa, hasta el 29 de junio de 1236 en que Córdoba se rinde a Fernando III.

Terminemos aquí, que, en otro caso, me extendería hasta el aburrimiento más absoluto.