
En Córdoba muchos tenemos un problema con el vocabulario, ahí me
incluyo yo, que no somos capaces de terminar una frase sin decir un taco.
Mea culpa, proclamo a los cuatro vientos, ¿pienso cambiar?, y una m…
que me quedo más a gusto que perro que le quitan pulgas.
Porque el lenguaje sin los tacos, algunas, muchas veces, falla en la
indefinición de lo que quieres expresar si le quitas las malsonancias;
pensemos por ejemplo en definir con otra palabra la expresión “será hijo
de la gran pu…?, pensemos, “individuo de gran maldad”, no me vale, “su
madre se vende por dinero”, tampoco, no sé… pero cuando digo esa frase
me quedo descansando, que tiene un poder terapéutico que solo el que
utiliza la frase lo conoce.
Cuando queremos que desparezca la alusión a los progenitores de aquel al
que se va a ofender, nuestro vocabulario de calle, nos ofrece la panacea,
“tu madre será una santa, pero tú, eres un hijo de la gran pu…?, sutilezas
aparte, le hemos dicho que no es genética lo que lo hace ser tan
despreciable, sino méritos propios, lo que vuelve a hacer una definición
más exacta que la que se puede obtener utilizando una mayor cantidad de
palabras.
Hagamos desaparecer de nuestro lenguaje popular una palabra tan
nuestra como es “cojones”, y ahora completemos las usuales frases por
léxico de nuestro inagotable lenguaje.
“Por mis atributos sexuales”, va a ser que no, “por mis huevos”, casi pero
no, suena a pollería, ¿qué más podemos proponer?, que ahora no caigo…
“eso porque lo digo yo”… que nada, que no sale, al final me quedo con
“por mis cojones”, ahora si me entendéis exactamente, ¿o hace falta
añadir algo más?
Otra.
“No tienes valor para realizar la acción propuesta”, no sé… “te falta
hombría”, de telenovela…. Me sigo quedando con “no hay cojones”,
definitiva, definitoria, no hace falta añadir nada más, es redonda, queda
todo claro, diáfano, después de eso, el que no lo entienda… mal asunto.
Otra más, esta numérica.
“Con gran dosis de valor”, si, pero de definición literaria, demasiado para
andar por casa, “con desprecio de su vida”, eso es digno de una epopeya,
no de la conversación en un bar, además adolecen de falta de exactitud, a
la vez que se quedan pobres en la definición del amplio espectro de
situaciones en las que se puede aplicar, lo repito, me quedo con la frase
“con dos cojones”.
En cuanto a las situaciones de odio, de desprecio visceral, hay una
enormidad, el castellano es lenguaje rico en todo, de sobremanera en
palabras, pero la expresión “me cago en sus pu.. muertos”, es catárquica,
que además el termino hace también referencia en ambos casos a la
limpieza del organismo por medio de la defecación.
La frase “me ha puesto de mala hostia”, desgranada en sí misma, no tiene
significado ninguna, la sagrada forma o es buena o no es hostia, sin
embargo, define exactamente el sentir de una persona a la perfección, el
cambio que la aparición o conversación de otra persona ha provocado en
nuestro espíritu.
Sigamos con los sin sentido, esta también es numeral y utilizando casi los
mismo elementos, sus connotaciones son diametralmente diferentes, “te
voy a dar dos hostias”, no vas a comulgar dos veces, y el que te lo dice no
está ordenado, por lo que difícilmente puede hacer que comulgues, ¿Qué
significa?, volvamos al léxico “bien hablado”, del castellano, “te golpearé
dos veces”, “te daré un par de puñetazos”, pueden valer, pero les falta
algo de carne en el cocido, bien es cierto que poco tiene que ver la
sagrada forma con un enorme golpe con intenciones homicidas, pero el
que recibe tal frase, sabe que la cosa va en serio, que ha llegado el
momento de retractarse o de enfrentarse, salvo que cambiemos el verbo
“te daba dos hostias”, eso es totalmente diferente, hace alusión a que
duda de tu capacidad intelectual o cognoscitiva, pues has realizado algo
ineficientemente, con lo que te mereces el castigo propuesto, pero a la
vez, indica que no va realizar la amenaza, aunque te afirma que las
mereces.
Si eliminamos gran parte de la frase, dejando solo la sagrada forma, nos
encontramos con que queremos definir algo que nos sorprende de una
forma exagerada, de un acontecimiento sorprendente que nos ha
epatado, y que difícilmente se puede expresar de otra forma, hablo de la
expresión “la hostia”, y así hasta el infinito.
Dejémoslo aquí, que nos estamos volviendo más groseros de lo necesario,
¿o no?, gustos para todo los hay, aquí lo que hay es lo que hay, sino…
Pedro C. González Cuevas 2.018