Cuando llega la Noche. Capítulo IV

CAPÍTULO IV

 El Jefe

Sonó el teléfono, no esperaba ninguna llamada, pero al ver el número se sobresaltó, no era normal que el Jefe se dignara llamarlo tan seguido, Gonzaga pensó que estaba un poquito acojonado, sonrió y se sintió mejor.

– ¿Qué desea?, Jefe, -preguntó servilmente, como si le importara realmente.

– ¿Noticias de Bestia?, -la voz al otro lado se oía preocupada, le encantó.

-Ninguna, mandé a Facundo para que se ocupara del asunto, pero no me ha vuelto a llamar, no sé si es normal, pero ya sabe Jefe que Facundo es cumplidor.

-Sí, y Bestia es Bestia, que lo conocemos de sobra, es un auténtico hijo de puta, tenías que haberle pegado un tiro en la cabeza.

-Jefe, Bestia no habría hablado nunca, lo conozco de hace tiempo, pero, si Facundo no cumple, Bestia va a venir a por nosotros.

-Irá a por ti; por la cuenta que te tiene, que no venga, sabes que tu irías por delante, y tu familia, y todo el que conozcas.

Gonzaga sintió como una ráfaga de frío le recorría la espalda, sabía que no era una broma, era una promesa, y el Jefe siempre las cumplía.

-Jefe, ¿qué pasa en la calle?, -preguntó preocupado, realmente preocupado.

-Una locura, la gente se vuelve loca de repente, ataca a todo, sea quien sea, lo único que se puede hacer es matarlos como animales, cada vez son más, algunos de los casos son personas que tú y yo conocemos.

– ¿Qué hacemos entonces?, -preguntó realmente inquietado Gonzaga.

-Esperar, Gonzaga, esperar, si sé de algo te informaré.

El teléfono se cortó, era inútil alargar la conversación con el Jefe, se enteraría de lo que él quisiera, ni más ni menos, pero la calle, seguía siendo una locura.

Se echó hacia atrás en el sillón, pensando en que ojalá Facundo cumpliera, si no, tendría que encargarse él personalmente, y no quería a Bestia como enemigo, pero menos quería tener problemas con el Jefe. Cogió el teléfono de nuevo y marcó.

– ¿Manoplas?

-Sí, Gonzaga, -se oyó al otro lado de la línea.

-Prepara el coche, nos vamos al Sur.

– ¿Sin noticias de Facundo?

-Ni una sola palabra, -contestó Gonzaga-, me cago en sus muertos.

-Joder, Gonzaga, como tengamos que pararlo nosotros…, -un momento de silencio-, es que Bestia es un auténtico hijo de puta.

-Si tienes cojones se lo explicas al Jefe, -le advirtió Gonzaga-, ¿a quién quieres de enemigo?

             El Manoplas pensó que a Bestia le tenía pánico, que no era nada comparado con el que le tenía al Jefe.

-En un par de horas paso a recogerle.

-Bien, lleva herramientas, -y Gonzaga pensó en Bestia-, de caza mayor.

-Por supuesto, Gonzaga, nos vemos.

             Gonzaga se sintió intranquilo, había visto en acción a Bestia, y no quería tenerlo enfrente, pero era lo que había, eso, o… no quería ni pensar lo que pasaría si Bestia no moría.

El Doctor Morales estaba sorprendido, más bien asustado, nunca había visto algo así.

-Doctor Morales, -comentó sorprendida su ayudante Laura-, esto es increíble.

-La primera vez que veo un virus con carga genética regresiva, increíble.

– Pero, ¿tan rápido?, Doctor, apenas segundos, y empieza a actuar.

             El Doctor miró a su equipo, allí estaba lo mejor que se podía reunir de distintas áreas, Genética, Virología, todas las disciplinas que podían tener algo que ver con los brotes de violencia surgidos.

             Miró los cuerpos esparcidos por la amplia sala, no había variaciones físicas en los sujetos que se veían diseccionados, solo habían podido estudiar en los vivos los cambios producidos en su comportamiento.

-El córtex prefrontal, ha perdido gran parte de sus funciones, es como si le hubieran cortado la corriente, el juicio de las personas afectadas vuelve a ser primario, -repasó el Doctor Morales-, el individuo vuelve a ser primitivo. El sistema límbico involuciona, la actitud social del individuo tiene respuestas más básicas, más primitivas.

-Los lóbulos temporales funcionan básicamente, pierden la capacidad de lectura, de escritura, parte de comunicación social, -continuó hablando-, la mayoría de las estructuras del cerebro, salvo las básicas, involucionan casi instantáneamente con el virus, increíble, lo que no hemos conseguido en un laboratorio, la naturaleza lo muta y nos lo echa en la cara. Doctor Robles, por favor háblenos de sus descubrimientos en el área de propagación.

-Aérea, y por contacto con fluidos, -explicó el aludido-, hemos hecho cálculos de que el setenta u ochenta por ciento se infecta simplemente por el aire, un diez por ciento son más resistentes al virus, necesitan ser inoculados por contacto, el resto es inmune, o casi, porque a pesar de ello, el virus los afecta, sus células cambian, aunque razonablemente, no es un cambio brutal como en el resto de la población; lo más terrible, es que en algunos individuos infectados, los efectos son inmediatos, apenas segundos.

-Estamos hablando de una pandemia, -comentó con preocupación el Doctor Morales-, nos llegan informes de todos los gobiernos, en todos sitios es igual.

-Lo más problemático, Doctor Morales, -explicó el experto en genética-, es que el virus trae una carga genética importante, afecta a todo el cuerpo, no sabemos dónde parará, no hemos visto morfología degenerativa aún, pero lo que saldrá de los infectados, no será humano, se lo puedo asegurar, pero el tiempo, y poco, nos dirá a dónde va el cambio de los infectados.

-Qué Dios nos asista señores, -suspiró con preocupación el Doctor Morales-, no hay cura, crisis pandémica, degenerativa, contacto del ochenta, noventa por ciento, rapidez de los cambios de comportamiento, no conocemos cura… esto no lo ha creado la naturaleza, señores, esto es producto de la estupidez humana, y el género humano lo pagará, de eso no me cabe la menor duda.

             Preocupado pensó en que ese virus atacaba el ADN modificándolo de tal forma que mutaba a ojos vista, quizás, y creyó decir una locura, cambios que llevarían miles de años, se realizarían en… pero eso era imposible, en plazos pequeños, ¿Cómo cambiaria todo?, sintió un escalofrío.

El Doctor Morales se apoyó en la mesa de disección, agachó la cabeza, y se maravilló de que un ser, como él mismo, o un conjunto de ellos, hubieran llevado a la especie a un precipicio, y después hubieran dado un paso más, el género humano se extinguiría, sólo cabía preguntarse cuanto tardaría en hacerlo.

             La pantalla se iluminó, una cara asustada salió en ella.

-General, esto es una locura, la mayoría de mis hombres se han vuelto locos, se están despedazando unos a otros.

-Lo sé Coronel, -preguntó el General-, ¿cuántos quedan sanos?

-Apenas cincuenta, estamos en la Sala de Mando, nos hemos encerrado, pero nos ha cogido de improviso, no tenemos munición, entrarán, y nos despedazarán como si fuéramos ganado, Señor. Mándenos ayuda.

-Lo intentaremos Coronel, defiéndase, esperamos poder mandar una fuerza con nada que podamos, -mintió el General, todos los cuarteles estaban en similares condiciones.

-A sus órdenes, mi General.

             La pantalla se apagó, el General pensó que de dos mil hombres apenas si quedaban cincuenta, qué locura, y en todos lados lo mismo, y eso que eran soldados armados, pensó en los civiles, no tenían escapatoria, como ellos mismos.