84. Pablo y Rosa. La Profecía

– ¿Cuántos almacenes hay en el puerto?, -le preguntó Tomás a Don Pedro.

– Ocho compañías tienen oficinas y zonas francas en el puerto.

– ¿Coincide alguna de las compañías, con la lista que le di?, -preguntó de nuevo Tomás.

– No, ninguna.

– No esperaba menos, son más listos que el hambre, -comentó pensativo Tomás.

              Guardó silencio unos instantes.

– Bien, os voy a explicar que es lo que pasa, estad atentos, -volvió a hablar Tomás-, pero esta vez a todos.

              Carraspeo y comenzó la explicación.

– Hay seis compañías en la ciudad o cerca de ella que tienen allí sus almacenes, estas empresas son totalmente legales, importan productos y materias primas de todo el mundo, -paró un instante, pero dentro del puerto, hay ocho navieras con almacén, y una o varias de ellas juegan sucio.

Alargaba las paradas para que lo asimilaran.

-Voy a intentar explicarlo más gráficamente. Una empresa llamémosla LEGAL, importa un conteiner de veinte pies que contiene cien mesas de oficina, hasta ahí todo correcto, -los miró por si había alguna duda, prosiguió.

-Hay otra empresa, llamémosla NO LEGAL, que se crea específicamente para el contrabando o lo que quiera que traigan, esta compañía importa dos o tres conteiner y después desaparece, y se crea otra nueva, así impiden que se inspeccionen las compañías, más tarde, un contacto de la empresa LEGAL, envía el contenido de lo que va a cargar a la empresa NO LEGAL, el manifiesto de carga, se llama.

Paró unos instantes.

-Esta segunda Empresa, la NO LEGAL, pone el mismo manifiesto de carga que la LEGAL, es decir aparece en él que va a importar también cien mesas del mismo modelo que importa la LEGAL. Sin embargo, no vienen en el conteiner las cien mesas, sino contrabando, o lo que sea. Por si hay inspección colocan cajas en los laterales por si lo ponen en la línea naranja, y tienen que pasar por Rayos X, con las cajas hay que fijarse mucho para poder ver más allá de las mismas, esto, además, sólo les quita el diez por ciento de la capacidad de carga.

              Paró un momento.

-Por medio de sobornos y chantajes, los dos conteiner salen y llegan a la misma vez, un contacto en el puerto, consigue que se descarguen lo suficientemente tarde como para que pasen la noche en el puerto, ahí entran en juego los almacenes de las compañías, después, introducen ambos conteiner, el de la LEGAL, y el de la NO LEGAL, y les cambian los cierres de seguridad, y los números, por lo demás todos los conteiner son iguales.

              Miro a los que escuchaban por si alguno mostraba signos de no entender nada.

-Al día siguiente pasan ambos conteiner, el de la LEGAL va con el contrabando, normalmente corresponde a una empresa de solvencia con mucho tráfico marítimo, por lo que raramente son inspeccionados, además en el caso de que lo sean, si es naranja, pasa los rayos X, que con lo de las cajas puede pasar normalmente, y en el caso de que sea Rojo, y abran el conteiner, el problema es para la compañía LEGAL; la NO LEGAL, corre el riesgo de que la inspeccionen al tener poco movimiento y ser nueva, pero le da igual, sólo lleva cien mesas de oficina, comprueban el manifiesto de carga y lo dejan pasar; la empresa NO LEGAL solo hace dos o tres conteiner, después desaparece y se crea otra.

              Bebe de un vaso de agua que le han colocado delante.

-Una vez que ambos conteiner han pasado, los manifiestos de carga van duplicados en la carga real de la compañía LEGAL, con los números cambiados de los conteiner, por lo que al llegar a la compañía LEGAL y comprobar los números, todo va a estar correcto; el tema, es que los conteiner de la compañía NO LEGAL, pueden proceder de distintas compañías, pero el almacén de destino siempre es el mismo, uno donde se abren y la mercancía es separada en lotes más pequeños, que son distribuidos al resto de Europa, ése es el que debemos que encontrar. Pero para ello tenemos que controlar los conteiner que salen del puerto; cada compañía de las legales mueve veinte conteiner por semana, es muy difícil saber cuál es el conteiner falso. Para eso estamos aquí. Porque hasta ahora nadie ha sido capaz de detenerlos.

– Pero, Don Tomás, -preguntó Don Pedro, un poco de contrabando no está mal.

– Don Pedro, ¿pone usted la mano en el fuego por sus hijos?

– Seguro.

– ¿Está totalmente seguro?, recalcó Tomás.

– Sí, -volvió a responder con voz alterada mientras respiraba con fuerza, ofendido.

– No traen contrabando, traen droga, armas, mujeres para prostituirlas y lo peor, niños para trasplantes de órganos.

              Don Pedro se echó hacia atrás diciendo.

– Meu Deus.

              Juan se persignó, y besó un crucifijo que llevaba debajo de la camisa. Los demás murmuraron con preocupación.

              Él, al fin se había enterado, ¿y ahora qué hacer?

– Por eso…, -prosiguió Tomás-, es lo de las armas, las escopetas.

              Juan fue a hablar. Tomás no lo dejó.

– Tu suegro, Juan, lo sabe, o ¿crees tú que os hubiera dejado conmigo?, esto es por nosotros, no podemos dejar que piensen que los gitanos hacemos estas atrocidades. Algunos de vosotros, pensáis que por qué no he traído gente de Córdoba, salvo a Pablo y Ricardo, pues os lo digo con el dolor que me causa, que uno de los promotores es de allí. No podía dejar que nadie se enterara, y si alguien lo hacía, todo se iría al traste; imaginaros la cantidad de dinero que mueve este tráfico. No me podía fiar de nadie de los de mi ciudad. A pesar de ello, vengo con la vida de mi hijo, y del que será mi nieto. Traigo los hombres que más quiero, para que se jueguen la vida. Además, el «Que Siega los Campos», no es casualidad que venga con nosotros. Imaginemos por un momento que esa enorme cantidad de dinero entrara en la comunidad, corrompería a una gran parte, además sería muy difícil de eliminar, toda una generación perdida.

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